Somos a veces tan especiales, tan especiales, que no medimos consecuencias y nos afectamos a nosotros mismos. Una clara muestra de ello es la permisividad que existe entre las autoridades de todos los niveles con el asunto de los vehículos de procedencia extranjera, los famosos “chocolates” y que, como se publicó antier en un diario de circulación nacional, han, originado una grave crisis en la industria automotriz, cosa que los populistas no quieren reconocer.
Die la nota que no hay una cifra estimada de los vehículos que ingresan de contrabando al país, pero son muchos, y en donde más ilegalidades hay es en los estados de Baja California, Chihuahua y Tamaulipas, a donde el porcentaje se ha increm,entado notablemente porque nadie les dice nada a quienes se deciden por infringir la ley.
En ese sentido, destaca que Guillermo Rosales, director General adjunto de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automóviles -AMDA- se queja de la presente alza de carros “chocolates”, como se les conoce, y dice que son unidades que ya se declararon en Estados Unidos como pérdida total porque son contaminantes, viejos, y tienen muchos problemas para funcionar adecuadamente.
Calificó esta medida como populista que arrancará un aplauso momentáneo, sin embargo, han hecho declaraciones en el sentido de que el ingreso de tanta chatarra a México provoca mayor contaminación, ilegalidad en todos sentidos, y además, el que en la industria automotriz, la que sí paga impuestos, haya una pérdida de mano de obra ante la creciente demanda del contrabando sobre ruedas.
Llama poderosamente la atención el saber que solamente en junio se importaron 68 mil 546 unidades en forma legal, calculando que la ilegalidad se multiplica por cuatro o cinco veces este número. Alarmante, sin duda alguna.
Ahora no incluye el otro número preocupante, pero hay que entender que mientras más vehículos ingresan a México, hay más falta de venta en automóviles y unidades nacionales con la consecuente regresión económica y la lógica política de supresión de puestos, es decir: a mayor contrabando, menos ventas, y por ende, menos puestos laborales en bien de las familias.
Es mucha pérdida de dinero y las medidas absurdas populistas nos están matando: se quejan de que los carros nacionales son para los pudientes y no para los humildes.
Entendamos que el término humilde no aplica: no es igual ser humilde que ser pobre, y lo primero debemos manejarlo todos, contra lo segundo que no es recomendable y lo sabemos.
En la entidad estamos inundados de autos ilegales que son propiedad de mucha gente nada sencilla: autos de lujo con placas de esas centrales que son nidos de vividores no son congruentes, definitivamente.
Dice la autoridad que son los humildes, los que no pueden pagar u carro. No es por ahí: son los que no quieren enfrascarse en pagos de impuestos y no quieren obligaciones, porque si fuera por falta de dinero únicamente, exigirían al gobierno un proyecto para vivir dentro de la ley, pagando lo que corresponda.
Es por ello que urge un programa no de regularización, sino de una concienzuda inspección para descartar unidades robadas o contaminantes en mal plan, y depurar los padrones de esas centrales de vividores que solo cobran por una placa apócrifa e ilegal.
Hacemos votos porque no se solape más a esa gente que vive en la ilegalidad y no seden falsas esperanzas: o se regularizan y legalizan o no se permite su ingreso: así de claro.
Y en ello tienen que ver diputados, senadores, funcionarios entrantes y salientes, usted y nosotros, que debemos exigir respeto profundo a las leyes existentes, y obligar a los que quieran un vehículo a pagar el derecho que corresponde, y dejar de vivir al margen de la ley.
Porque en Tamaulipas nos gusta vivir bien, entremos a la legalidad con el pie derecho, por favor, porque así ganamos muchos miles de seres humanos.
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