Después de cumplir con el trabajo del hogar, me di cuenta que para algunas personas como yo, las vacaciones tienen un significado diferente, pero siendo optimista como soy y ser además fantasioso como novelista de ciencia ficción, el sólo hecho de pensar que son vacaciones, me hace sentir hasta la brisa de la playa, el vaivén de una hamaca amarrada entre dos troncos de palmera, y  cuando tomando agua, imagino estar tomando agua de coco; pero no se la puede uno pasar en vacaciones sólo imaginando que todo está bien, porque aunque uno se vaya sólo con el pensamiento, siempre hay preocupaciones, porque piensa en aquellos que tienen mucho que no disfrutan de esos maravillosos días de descanso y uno de ellos es mi tío Tiótimo, así es que,  me sequé el sudor que perlaba mi frente, desamarré la ficticia hamaca, y agarré mi botella de agua extraída de los manantiales de la peñita y me dirigí al Rancho “El Olvido” a visitar a mi tío, y lo encontré como siempre, sentado en su vieja mecedora con la mirada fija al norte, estaba el hombre tan metido en su meditación, que temí despertarlo; pero si algo tiene bueno el pariente es el oído, así es que,  a seis metros de distancia medio volteó la cabeza para fijar su mirada en mi humanidad, y me dijo fuertemente: ¡Si vienes a criticarme, es mejor que te regreses por donde llegaste! Me llamó sobremanera el tonito agresivo de su voz, y le contesté: Cálmese tío, no sabe apreciar las buenas intenciones, estaba preocupado por usted, y como me voy unos días de vacaciones me dije, no vaya a ser que el pariente necesite algo. Cuando me acerqué más y vi de cerca al tío, no pude evitar una exclamación de sorpresa: ¡Pero tío, que le pasó a su bigote! El pariente, se puso de pie de un brinco, cosa inusual en él, y replicó: Té advertí que no te rieras de mí. Sin darme cuenta, había esbozado una discreta sonrisa, que no pasó desapercibida para aquel hombre, cuyo bigote arriscado era su orgullo, parte indiscutible de su personalidad y estigma de su ascendencia revolucionaria. Tratando de arreglar las cosas, me disculpé despistadamente: Mire tío, la verdad, viéndolo bien, se ve usted más joven, pero cómo fue que se decidió a tumbarse el mostacho. El tío malhumorado me contestó: No fue idea mía, ayer vino a visitarme la tía Eduvijes, la viuda de tu tío Tiburcio, no sé si te acuerdas de él, porque cuando lo conociste, tú eras un lepe; pa’ más razón, estaba tan flaca que le decían que tenía más carne un turco del Álamo que ella, pero, pa’l caso es lo mismo, venían con ella su hija Juana y sus nietos Ponciano y Federico; pues bien, esa monda de mujer  vino  a decirme que había leído en un periódico, que la cosa se va a poner fea y que el gobierno piensa cobrar nuevos impuestos, y que a todo aquél que tuviera la finta de burgués adinerado, los de Hacienda le iban a jincar el diente, y pues tú sabes, aunque uno puede demostrar sus raíces revolucionarias, el molde de uno es engañoso, y más me entró la duda, porque en ese rato llegaron unos pelaos muy sospechosos y preguntones y me dijeron que si tenía estufa y refrigerador, y tú sabes que yo no sé mentir, y aunque quiera, las anchetas esas están a la vista de todos, pues mi casa, que es la tuya, está bien ventilada gracias al último ciclón que se acordó de nosotros,  cómo negar lo de la estufa si el montón de leña estaba juera, y cómo negar la hielera, si tenía un bote de agua arriba de ella, así es que dije que sí, y de pronto se vieron el uno al otro y dijeron: este tiene con que defenderse  le ha de haber ido bien  en el pasado, fu entonces cuando Eduvijes me dijo: Te voy a mochar el bigote, porque ya ve lo que dice la gente “viejo de bigote retorcido, aunque se vea jodido, tiene dinero escondido”.

Después de escuchar eso, le dije: Mire tío, a leguas se ve que usted es un hombre de bien, porque para hacer el mal, se necesita estar más que bien y usted, la verdad, sí necesita que le den una manita, esos hombres sospechosos, que dice, tal vez lo ayuden con un dinerito, de perdis para que el aire no le apague la lumbre cada vez que se ponga a cocinar. El pariente respiró profundamente y dijo: ¿Y eso tendrá que ver con que Eduvijes se quiera venir a vivir conmigo? Le respondí: Es probable tío, porque usted ya necesita quien lo cuide y dicen que las mujeres en un futuro tendrán un papel sobresaliente.

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