El detective Harry Callahan, personaje peliculesco apodado “Harry el Sucio” y protagonizado por el actor Clnt Eastwood, acostumbraba dejar como saldo tras sus enfrentamientos con hampones, una frase:
“El hombre debe conocer sus limitaciones…”
Esas palabras deberían ser una especie de lema en cada actividad humana, pero en forma muy especial, en la política o en la administración pública.
Sobran ejemplos de conflictos en los que en esos terrenos algunos antagonistas olvidan esa máxima y por confundir la realidad con un filme hollywoodesco o con una historia bíblica, pagan las consecuencias de su arrojo.
Existen excepciones desde luego, pero en los hechos suelen darse cuenta dolorosamente y a destiempo, que no son clones de “Harry el Sucio” en el primer caso ni del David que venció a Goliath, como reza el antiguo testamento.
Para decirlo en lenguaje muy coloquial, se ponen con Sansón a las patadas. No necesito decir quién sufre más.
Un caso cercano de una contienda similar es la que vive el alcalde de Victoria, Eduardo Gattás, quien optó por la rijosidad como perfil de su convivencia con el gobierno del Estado y desde el inicio de su gestión ha mostrado una postura belicosa, innecesaria en la opinión de quien escribe, en casi todo lo que se refiere a esa relación institucional.
El presidente municipal capitalino prácticamente no ha tenido un día plácido desde que inicio su responsabilidad como tal, al dejarse llevar por asesores que lo utilizan como cabeza de playa para intereses ajenos al ayuntamiento y lo han colocado en una posición de desventaja que ya trascendió el terreno oficial para adentrarse en el personal. Sin duda, el que más cala.
Sería ocioso repetir lo que ya todos hemos visto, leído y escuchado en este escenario.
¿Había necesidad de lanzarse a un juego de vencidas en donde el músculo enemigo es más poderoso y sobre todo más experimentado?
No lo veo así. En la frenética polarización de partidos y colores muchas autoridades olvidan que cuando se es electo como jefe de una comuna, es obligación primordial colocar como prioridad a los ciudadanos, tanto a quienes lo llevaron a ese puesto como a los que no votaron por esa causa. La primera obligación es llevarlos juntos de la mano con el desarrollo social, urbano y económico que anhelan. Juntos, insisto.
Nadie les pide ni mucho menos les puede exigir que olviden a su hogar político, el que les dio cobijo y para el cual deben conservar su lealtad, pero sí es necesario recordarles que la mejor manera de honrar a ese origen es desempeñar un buen papel como gobernante. Si se cumple eso lo de menos son las siglas y lo que cuenta son los resultados, que a final de cuentas también beneficiarían al terruño partidista.
Nadie dice que lograr eso es fácil. En las condiciones de antagonismo que ya fueron creadas entre el ayuntamiento y el Estado resulta todavía más complicado, pero el edil victorense aún tiene a su favor el tiempo para ajustar el rumbo, al acercarse apenas al quinto mes de su mandato.
No hay por qué abandonar la autonomía municipal, no hay por qué hincar una rodilla, no hay por qué someterse a caprichos, no hay por qué sacrificar una investidura civil tan respetable como el propio gobierno del Estado, pero sí hay por qué abrirle la puerta hasta donde sea posible a la convivencia institucional. Hasta donde la dignidad, no la pasión, lo permita.
Nadie tiene la buena suerte comprada y apostarle a que la corriente política que hoy ostenta el mando del Estado ya no controlará el Palacio de Gobierno en el 2023, es un riesgo que no debe correrse. Como pregunta el eterno Juan Gabriel en una de sus canciones: ¿Pero qué necesidad?…
Que no se olvide esto: A como marchan las cosas, la moneda electoral que parecía echada pocos meses atrás, ha vuelto a estar en el aire…
LA FRASE DEL DÍA
“Somos lo que protegemos, lo que defendemos…”
Sophie Neveu, en la película “El Código Da Vinci”
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