Los hábitos nos manejan, describen, dictan la manera de conducirnos, reaccionar y tomar decisiones. Conforman nuestra personalidad, igual que los vicios. Hábitos, llevan a decisiones buenas; vicios, a decisiones malas.
Desarrollar un hábito exige constancia y disciplina, voluntad y compromiso. En una época en la cual la tecnología distrae, la disciplina se olvida. Dado que la mayoría nos consideramos buenas personas, de buenos hábitos sustentados en valores y que realizamos decisiones correctas, mejorar hábitos, conducta y personalidad, no tiene cabida.
Los hábitos sociales de respeto, actitud de convivencia social, de paz interna, la convivencia que no requiere de leyes; respeto a mí mismo y a los demás. El saludo cotidiano, la limpieza de calle y banqueta, la amistad entre vecinos, la conducción amable del automóvil, el buenos días y gracias, respeto al adulto mayor, amor por el trabajo, todos hábitos de armonía social, se perdieron.
Retornar a estos hábitos requiere de ejemplo constante, así que podemos dar por concluida la etapa de armonía social que se acompañó de respeto a las leyes como hábito, más que por temor al castigo. Hoy, ni por temor a leyes y castigo se da esta norma de respeto. La suma de voluntades a formar fila en el crimen organizado es resultado de la ausencia de valores, respeto, armonía social y falta de oportunidad para vivir con dignidad. Prevalece, “obtendré lo que deseo sin que el medio importe”.
Desterrar malos comportamientos exige incorporar hábitos sencillos, repeticiones breves y constantes y la idea de que estaremos mejor avanzando. Establecer metas fáciles de cumplir y progresivamente ir añadiendo. Se inicia en el hogar haciendo compartir y participar a los jóvenes en las tareas de casa, darles y hacerles responsables sin esperar que pronto sea hábito, pues el entorno está lleno de ejemplos de hábitos y de vicios.
Es el camino para acotar al crimen organizado que ahoga y se apodera de nuestro país a través de los jóvenes y gobierno. Tal vez no sean nuestros hijos, sin embargo, son hijos de personas que de recibir la influencia positiva que de manera organizada podemos mostrar, recuperaremos el control y rumbo de México al que dejamos en abandono, en manos ruines del crimen organizado público y privado, que cruzados entre sí logran que sus genes criminales se manifiesten con éxito ante el entorno de desinterés y abandono por la sociedad.
La tolerancia a la maldad es el peor de las desatenciones.