Las culturas más antiguas conocidas tuvieron su época de auge y cayeron. Egipto, donde el faraón era un dios viviente, sucumbió ante Roma. Persia, imperio de dos millones y medio de kilómetros no logró conquistar a los pueblos griegos en dos ocasiones. Alejandro Magno tomó venganza de victorias persas convirtiéndola en su imperio. Roma, ejemplo típico de grandeza y de miseria, combatió por 400 años a los “bárbaros”, pueblos que mil años después serían imperios, España, Portugal, Inglaterra, Alemania.
La humanidad se desarrolló sobre bases griegas y romanas. En Grecia, los asuntos públicos los decidían los hombres que tenían el poder en la realidad, los que combatían, los que producían, los artesanos, aquellos que daban vida a Gracia, el rey seguía esa decisión. Roma nos legó el pensamiento, la filosofía y las leyes.
La historia demuestra que el dominio tiene su tiempo. Todos los pasados imperios han caído, sufrido derrotas, pérdidas, y aunque se mantienen vivos, no gozan del poder que tuvieron en su momento de gloria. Genghis Khan, el “lobo azul”, con un millón de mongoles, gobernó el imperio más extenso en territorio y a millones de personas, en la historia de la humanidad. Fue el imperio más ordenado y eficaz.
Persia en su intento por dominar Grecia llevó a sus costas un ejército que en la primera guerra superaba 3 a 1 a los griegos sin lograr dominarlos. En la segunda, 6 a 1 los superaban y perdió, Alejandro Magno superó a Darío y anexo Persia. La vida es energía que busca equilibrio, no permite algo para siempre.
Enrique V, rey inglés, antecesor de Enrique VIII, combatió a los franceses el día de San Crispín en desventaja de 10 a 1, y logró la victoria. La arenga a su ejército previa a la batalla, es un elegante y vibrante llamado a encontrar la gloria eterna, a cambio del inminente riesgo de perder la vida. Un recurso antiguo, morir por la patria para alcanzar la inmortalidad. El pueblo ruso masacrado por los mongoles de Genghis Khan, derrotó a Napoleón en su impresionante paso triunfal en Europa como sucedió una centuria después a Hitler. Cien años después, la poderosa URSS se fracciona para de nuevo incrementar su poder.
La historia demuestra que, a pesar del número de enemigos, del poderío de sus armas, son la decisión y la voluntad del pueblo la que triunfa, la que encuentra armas, la que desarrolla estrategia, la que se fija una meta y la alcanza. En México aún no se fragua ese espíritu de nación, no se accede a una consciencia de patria, no hay pensamiento social de poder y de triunfo sustentado en valores universales que busque la democracia como acceso a una mejor forma de vida. Somos un territorio poblado por numerosas tribus que se han desarrollado, muchas de manera similar, otras están más atrasadas, atadas a sus usos y costumbres, rechazan el modernismo.
No logramos aprender a ubicar al enemigo escondido en cada mexicano desleal y deshonesto, en espera de su momento de gloria, de acceso al enriquecimiento ilícito impune. Creemos por pensamiento mágico que alguien vendrá a dominar el caos que como sociedad fraguamos a diario. Grandeza mexicana es una novela que el gobierno desarrolla para mantener en estado de estupidez a los mexicanos y justificar los actos que se hacen y también los que no se llevan a cabo.