Las políticas de transparencia y honestidad fueron abrazadas por los politiquillos de moda en territorio tamaulipeco, lo mismo se dicen ecologistas y promotores del equilibrio ecológico, pero han mostrado su incapacidad de conservar la herencia de generaciones de mandatarios no obsesionados con la temática del medio ambiente. Y sus proyectos ecologistas lucen en la actualidad. No obstante, han sido severos con el saqueo de “estos ingratos”. Pero como decían los abuelos, “la zorra no ve su cola ni el zorrillo su fundillo”.
Pero más vergüenza aquellos que firman un acuerdo hoy y mañana lo desdicen. Ve la paja en el ojo ajeno y no el camello que tienen enfrente. No a la reelección pero si a la ratificación del mandato. Y la amplitud del término constitucional para gobernar Baja California Norte por 6 y no dos años como los establecen la legislatura de esa entidad.
Estos gobernantes dan flojera, dice la chaviza de hoy, quizá por ello son indiferentes ante la cosa política, lo que dicen y lo que hacen no tiene mayor relevancia. Están convencidos que el desarrollo del país, lo mismo del comercio como la industria y la actividad primaria se mantiene y oferta puestos de empleo, porque en su es la naturaleza de toda actividad económica.
En cambio, ellos, los gobernantes despidieron a los empleados eficientes para incluir en la nómina a los hijos de sus compadres y sus parientes, sin que tengan el perfil para los puestos donde además obtengan sus dietas discrecionales de recursos y de todo lo que parezca.
Resulta contradictorio, que mientras los parientes de las victimas del delitos sacian su dolor con una raquítica dieta mensual de origen oficial, a cambio de su rebelión por la justicia. Los gobernantes para saciar su empoderamiento encarcelan a sus rivales políticos en busca de un reconocimiento social o el aplauso de sus tinguindines.
Como que la era romana, fue hace varios siglos. Es una vergüenza que quienes gobiernan lo hagan con una fobia y enrabiados, como si con esas prácticas recuperaran la paz en el país, en los regiones productivas y empresariales. Eso también es violencia, pero como son los “papuchones” del poder, ni para que levantar la voz.
Decía el poeta mexicano Octavio Paz, que “los mexicanos caminan en la orfandad”, pero también caminan en la vergüenza porque a los padres, hermanos y parientes los desaparecieron y jamás los recuperarán, a cambio tendrá que escuchar por el resto de sus vidas discursos trillados y mochos de sus gobernantes.
Como los tamaulipecos escuchamos a un ex gobernador “dolido y lloriqueando” por la muerte de su hermanito, vemos a otros que enrabiados quieren recuperar la paz y justificar sus frustraciones, truncando la empresa, lo mismo que el futuro de hombres y mujeres trabajadoras bien nacidas, en un país confundido por prácticas gubernamentales extrañas, que conduce la nación a un socavón sin salida.
Y la transparencia u honestidad valiente que promueven es solo una expresión que como la yerba del campo reverdece con el rocío matinal y se achica con el sol de mediodía. Pues desde los años 90 escucho discursos sobre la corrupción como la víbora de mil cabezas y resulta que los engendros políticos de aquel gobernante, están en la cárcel y, a el lo buscan echarle el guante.