La política siempre se ha servido de un peculiar juego de palabras para justificar o deslegitimar acciones, de acuerdo a los intereses de quienes coyunturalmente tienen en sus manos las riendas del poder.
Uno de los casos que demuestra lo anterior es la Guardia Nacional, tan polémica como importante, porque de ella depende el destino de la seguridad pública de todo el país en los próximos años.
En ese contexto, me llama la atención la declaración de un alcalde tamaulipeco del sur, que en el ánimo de ponderar a esa nueva corporación aparentemente policíaca, soltó una frase para la posteridad, el clásico “hablar por hablar”.
“Con la Guardia Nacional, disminuirá el número de militares en donde la primera opere”.
¿Cómo puede alguien tratar de apoyar a ese organismo con esa caricatura de argumento?
Hasta los niños saben que hasta ahora la Guardia sigue siendo sólo una rama más del Ejército, por más maquillaje civil que se le imponga. Cada agente de ella que llegue a un punto no reemplazará a un militar, porque sus efectivos sólo cambiarán logotipos y uniformes pero serán prácticamente los mismos y con los mismos jefes, en un ajuste de nomenclatura que no sé en qué ayudará al Estado de Derecho para brindar tranquilidad a la sociedad, pero juro por Dios que rezo porque así sea.
Sin embargo y en resumen, al margen de aduladores cortesanos, bienvenida sea la Guardia Nacional. Lo expreso con total convicción.
No me importa si mañana se les ocurre definirla como Guardia Pretoriana, Carabineros o Fuerzas Especiales de Contención al Crimen. No me importan sus etiquetas.
Me importan, como estoy seguro les sucede a millones de mexicanos, sus resultados.
Van mis mejores deseos y mi pleno respeto para quienes, con el mismo nombre o con otro, se seguirán jugando la vida por nuestras familias…
UAT: PAUSAS, NO FRENOS
Como le sucede hoy a todas las instituciones de su tipo, la Universidad Autónoma de Tamaulipas enfrenta un problema financiero que no depende de su voluntad.
Se trata de la astringencia presupuestal dictada como regla por el gobierno federal y manejada con el añejo término de “austeridad”, al cual ahora tiene un sinónimo forzado y de tintes en algunos casos dramáticos: Recortes.
La solución más cómoda para otras universidades así como para muchas dependencias gubernamentales ha sido simplemente “rebotar” esos recortes en sus operaciones. Para decirlo en lenguaje sencillo, lo que les quitan a ellas se lo quitan a otros, aunque eso signifique ajustes en la nómina y cancelación de programas en marcha.
Sin embargo, la UAT está dando un ejemplo de que es posible enfrentar ese “tijeretazo”, sin detener sus acciones, sin despedir personal y sin reducir su calidad académica, sólo aplicando una variante de la regla de oro de la administración resumida en la frase “hacer más con menos”, que en este caso podría ser “seguir avanzando, aunque sea con menos”.
Con esa visión, el Rector José Andrés Suárez Fernández sólo dispuso un margen de espera en los proyectos de crecimiento, pero sin quitar ni un solo peso al trabajo interno. El resultado ha sido que el Alma Mater tamaulipeca no ha detenido su paso, sigue con su academia intacta, con su base laboral operando y sin perder espacios en su matrícula, En el papel parece sencillo. No lo es.
Ha requerido este balance de disciplina operativa y de un orden científico en el gasto, con un vital factor añadido: El apoyo de toda la estructura, que ha permitido que los cortes federales sean para la UAT una pausa, pero no un freno.
Y eso, se llama confianza en su Rector. Enhorabuena…
Twitter: @LABERINTOS_HOY