Tras una larga espera para que se diera la pelea entre el campeón mundial de peso mediano del Consejo Mundial de Boxeo, el kazajo Gennady GGG Golovkin, contra el mexicano Saúl Canelo Álvarez, ayer por la noche se llevó a cabo ante un lleno en la T-Mobile Arena.

Esta pelea, que generó un disgusto inexplicable de parte de Álvarez en contra del CMB, ya se dio y seguramente fue espectacular. Este combate se planeó desde hace tres años, pues GGG lleva ese tiempo esperando la oportunidad de llegar a la gran pelea de su carrera.

Primero, Sergio Maravilla Martínez lo evadió para poder pelear con Cotto, después Cotto hizo lo propio para pelear con Canelo, y finalmente Álvarez dejó vacante su título verde y oro, evadiendo este pleito y alargando por un año la espera para que se diera.

Al momento de leer esta columna ya saben ustedes el resultado de la pelea, pero mi opinión previa fue que sería un gran combate que terminaría por nocaut al estilo mexicano.

Deseo hablar de Golovkin, pues admiro su lealtad y compromiso ante todo. Respeta la estructura del deporte, representa a su pueblo y
ha puesto en el mapa del mundo a su país, Kazajistán, ya que antes sólo se tenía referencia de él por la película sátira llamada Borat.

GGG ganó plata en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Brincó al boxeo profesional y llego en búsqueda del sueño americano a California. Fue ahí donde conoció a Abel Sánchez, su entrenador y esquina; en la primera oportunidad, Abel le preguntó algo acerca de
boxeo y lo único que dijo fue: “Julio César Chávez”… Gennady ha visitado México en múltiples ocasiones; su lugar favorito para acacionar es Cancún.

Visita la Basílica de Guadalupe y todos los días de su vida consume comida mexicana. Se autonombra: Mexican Style y se ha convertido
en un embajador de nuestro país.

Es un hombre de familia, sencillo, feliz y agradecido. Nunca se le ha conocido un escándalo público y por esa misma razón se ha tardado
tanto en lograr popularidad masiva, pues es mucho más fácil hacerse famoso al estar constantemente envuelto en líos y controversias.

ANÉCDOTA DE HOY
Mi papá conoció a un joven pecoso y pelirrojo. Lo tomó como ahijado deportivo y le llegó a tener gran aprecio y simpatía. Lo proyectó de
manera inmediata por el camino del Consejo Mundial de Boxeo. Lo llevó a coronarse campeón mundial juvenil, campeón de norteamérica, campeón mundial plata, y lo llevó a la gloria al conquistar el campeonato mundial superwelter del CMB. Don José siempre se sintió orgulloso de El Canelo, quien, por cierto, fue el primero en ingresar al gran programa de Fundación Telmex-Telcel, establecido por el ingeniero Don Carlos Slim, llamado Ring Telmex. Esa beca le permitió recibir una mensualidad que le ayudaba a pagar la renta de la casa de sus papás, alimentación sana y la posibilidad de dedicarse solamente al boxeo y no tener que tener otros trabajos para subsistir.

Pasó el tiempo, llegó la fama y el dinero y las cosas cambiaron. El día que anuncian la pelea entre el campeón mundial WBC welter, Floyd Mayweather, y el campeón mundial WBC, Canelo Álvarez, mi papá se manifestó totalmente en contra, pues su experiencia le decía que el mexicano estaba muy joven para pelear con el número 1 el mundo y ese récord invicto y futuro brillante se vería truncado con una lección de boxeo por parte de Floyd.

Durante la conferencia de prensa oficial en la Ciudad de México, y ante más de 30 mil asistentes, El Canelo tomó el micrófono e insultó a mi papá con una falta de respeto como ningún boxeador lo había hecho. Ese día llegamos a casa, todos los hijos y nietos listos para disfrutar de las tradicionales comidas domingueras, mi papá llegó de la conferencia y se fue directo a su cuarto, no quiso salir y ahí se quedó todo el día. Fue un día muy triste. Nunca jamás volvió a hablar con ese joven que llegó a ser su orgullo.

Quince días después de dicha pelea, mi papá entró a su operación del corazón; cuando despertó de la anestesia, abrió los ojos y al ver al doctor le dijo: “¡Te lo dije! ¡Mayweather!”.