Los círculos viciosos abundan, proliferan. Se tropieza uno con ellos en cada paso y a cada momento.

Lo difícil, lo complicado, es encontrar un círculo virtuoso. O más aún, convertir el vicioso en virtuoso.

Este juego de palabras en apariencia trivial, en realidad encierra gran importancia. Se trata de encontrar lo bueno entre lo malo o hacer de lo negativo algo positivo. Tarea de santos parece, si no es que de Dios mismo.

Y como se dice en forma coloquial: Agárrese, porque el año entrante, si no es que en este que está corriendo, los tamaulipecos tendremos que enfrentarnos a una serie de intentonas por encontrar virtudes y atributos entre un enorme tapizado de incapacidades, arribismos, oportunismos y en varios casos, verdaderos asaltos a la razón.

¿A qué circunstancias me refiero que tan preocupantes parecen?

Sencillo: A la sucesión de la gubernatura.

A estas alturas marea y sofoca la cauda de nombres y apellidos que aspiran a ser el candidato de tal o cual partido –en unos más que en otros– pero en contraparte, la lista de cualidades en esas figuras padece un raquitismo galopante. Si pone aparte a dos o tres rescatables, el escenario es casi trágico.

No tiene caso en estos momentos citarlos, porque aún no sabemos quiénes serán los designados para esa encomienda, aunque con certeza usted los ha visto, leído, escuchado y en muchos casos sufrido, en otras columnas, en infinidad de actividades y en un rosario de espacios gubernamentales. Pareciera que todos fueran precandidatos.

El caso, lamentable sin duda, es que si usted piensa que el año pasado la lista de “posibles” dejaba qué desear en varios casos, en lo que viene dan ganas de llorar.

Esa percepción se presenta ante la perspectiva de ser gobernado durante seis años por alguno de los saltimbanquis, trapecistas, chapulines y charlatanes que medran en ese terreno con alegría, diría el añorado maestro Alfonso Pesil Tamez, digna de mejor causa.

Pero ¿Cómo podría ser gobernador alguno de esos trepadores si son conocidas sus limitaciones?

Pues sí, podría ser.

La explicación radica en que el triunfador en los comicios del 2021 para reemplazar en Tamaulipas al Jefe del Ejecutivo estatal puede ser Perico de los Palotes o Juan sin Pueblo, porque el nombre será un factor que tendrá poca importancia. Lo que ganará o por lo menos así parece que sucederá, será la casa política que lo cobije o la cobije. La marca, pues.

Así que es hora de que si no es usted creyente, empiece a valorar el empezar a serlo, porque harán falta muchas oraciones para que el elegido no sea uno de los malabaristas que anticipan un lamento:

“Pensé que habíamos tocado fondo, pero qué equivocada me dí”.

Falta un buen rato para que usted llegue a pararse frente a una urna, pero desde hoy reciba con la mejor buena fe una petición sincera, para no tener que soltar el clásico “se los dije”: Por favor, en el 2021 razone su voto.

Conste que se los pedí a tiempo…

JUSTICIA Y CORTESÍA

Todos lo sabemos. Los últimos meses de un gobierno, sea municipal, estatal o federal, tienen un factor común: El agotamiento del presupuesto.

Salvados los sueldos y los insumos básicos, ya no alcanza para casi nada.

Esa normalidad es usada por los enemigos de las administraciones públicas para señalarlas como ineficientes, sin valorar el trabajo realizado, que en algunos casos fue o ha sido positivo.

Victoria, a dos meses y medio de cambiar de dueño temporal la principal silla municipal, no es ajeno a este escenario, pero es de justicia evaluar el esfuerzo realizado por la alcaldía de Pilar Gómez para rescatar a la capital de una de las peores etapas de su historia moderna.

En unos cuantos meses, ese gobierno reparó calles, reemplazó luminarias, casi normalizó la limpieza pública y restituyó en parte el abasto de agua, problemas que en dos años su antecesor ni siquiera se atrevió a enfrentar.

Vaya un reconocimiento para la alcaldesa. Lo cortés no quita lo valiente…

 

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