Corrían los años finales de la década de los ochenta.

El periódico El Bravo de Matamoros, no recuerdo con exactitud el año ni tampoco el nombre del autor –una disculpa por mi flaca memoria– recibió el Premio Nacional de Periodismo por el reportaje titulado “Matando a la gallina de los huevos de oro”.

El trabajo exhibía los severos riesgos que corría en esos días la industria maquiladora en la frontera tamaulipeca y específicamente la matamorense. Manejaba varios, pero lo sobresaliente por lo que en el presente sucede en Victoria, es que entre ellos el periodista incluía el factor sindical como el principal peligro que amenazaba a esas factorías.

Eran años de omnipotencia de los dirigentes obreros cetemistas. Agapito González Cavazos, padre del ahora diputado local Rafael González Benavides manejaba a placer los contratos en ese terreno y su palabra era ley que sometía a autoridades y gerencias de esas plantas, hasta poner a muchas de ellas en el umbral de la retirada.

Como dice una frase popular, la sangre no llegó al río y Matamoros sobrevivió a esa tempestad productiva y laboral con un “bajón” de guardia a Don Agapito, que mantuvo el poder prácticamente hasta su fallecimiento, pero mermado ya por las nuevas generaciones del poder.

¿A qué viene esta remembranza?

Responde al problema que ahora registran las plantas maquiladoras radicadas en Ciudad Victoria, APTIV es su nombre, precisamente por el factor sindical.

Este día jueves, espero no suceda o haya sucedido conforme a la hora que se lean estas líneas, estallaría una huelga por falta de acuerdo en la petición de aumento salarial. Los trabajadores demandan por lo menos un 15 por ciento de incremento –empezaron con un 30 por ciento– y la factoría ofrece solamente un lejano 4.

Aventurar una opinión sobre quiénes tienen la razón en esta disputa laboral sería una imprudencia por desconozco el fondo del conflicto, pero lo que sí es válido es externar una profunda preocupación si las plantas que maneja esa firma se retiran de la capital tamaulipeca.

El origen de la inquietud no es lo que se produce en ellas, sino el número de operarios empleados: En números redondos, cinco mil.

No quiero imaginar a esos miles de trabajadores, la mayoría jefes de familia, en la calle. Ese número con facilidad podría multiplicarse por tres o cuatro, si se toma en cuenta los integrantes de cada hogar cuyo sustento descansa en esas empresas. La cifra quita el sueño: entre 15 mil y 20 mil victorenses estarían en graves apuros para su manutención.

Se debe ser objetivo en este terreno. No existe, salvo las dependencias gubernamentales, centro de trabajo en Victoria que aglutine esa cantidad de personal. Véalo así: Hay municipios en Tamaulipas que tienen muchos menos habitantes.

Cuidado con la intransigencia sindical. Rebasar los límites de lo posible para una empresa tiene como única consecuencia el cierre de ésta porque ninguna funciona como beneficencia ni por amor a la comunidad. Son negocios y como tales se manejan.

Tal vez en estos momentos los operarios de las maquiladoras asentadas en Victoria aplaudan a su dirigencia sindical, por la que consideran –y tal vez tengan razón– aguerrida defensa de los intereses de los agremiados. Pero ojalá, si se llegara a un punto de ruptura, que no tengan que lamentar después la pérdida de una ocupación formal y permanente para sufrir el calvario del desempleo, que tanto afecta a nuestro Estado.

Mis mejores deseos para todos. Espero sea todo esto una experiencia ingrata pero con solución positiva para la mayoría.

Precisamente, como sucedió en Matamoros hace décadas, para no matar en estos lares a la gallina de los huevos de oro…

 

LA FRASE DEL DÍA

“La lucha siempre merece la pena si el fin vale la pena y los medios son honestos…”

Steven Brust/Escritor estadounidense

 

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