Bien dice aquel dicho que “de todo hay en la viña del Señor”, y en las ciudades habemos habitantes de toda índole, entre los que se cuenta a los meticulosos, detallistas u odiosos, como le quiera ver, y desde la óptica que desee enfocarlos.
En ese sentido, algunos llevamos a lavar nuestros automóviles y al salir del servicio buscamos que en las calles nada ni nadie nos ensucie el vehículo: esquivamos cualquier charco que vemos, pensando más que mal de quienes salen y tiran agua con cubetas, hacia la calle, sin importar lo que pueda afectar a los demás.
Nada hay más odioso que pasar y tener que esquivar un charco o no hacerlo y manchar la unidad recién lavada.
También, cuando vemos esas fugas en las calles, nos da mucho coraje, pero curiosamente no somos capaces de colaborar. Ejemplo: en la calle Veracruz y 17 había una gran fuga de agua que, por semanas estuvo empapando carros y destrozando aún más el desatendido pavimento victorense. El columnista a su paso cotidiano pensaba cosas nada positivas tanto de la Comapa como del Ayuntamiento, por la falta de atención a esta fuga. Un mes o más después, en un ataque de ira llamó a la Comapa para reportar la fuga, y ¡oh sorpresa! Al día siguiere ya no había fuga: nos cambiaron el chorro de agua por un montón de escombro estorboso, pero arreglaron el desperfecto.
¿A dónde va el comentario? A que nos quejamos de las fugas de agua pero nadie las reportamos, y nos conformamos, en un alarde de arguende mal encaminado, a tomar la foto y subirla al Facebook “acusando” a la Comapa de ineficiente, que si bien es cierto que tiene una gran dosis de negligencia, también tenemos que estar ciertos que no tienen un detector mágico de fugas, y que si no ayudamos reportando, difícilmente se darán cuenta de donde hay agua en desperdicio.
Coapa nos tapó la boca y nos enseñó que cuando hay problemas y todos los abordamos se puede solucionar. El ciudadano reporta, ellos reparan la fuga y sus cuadrillas deben repavimentar o arreglar la calle, en una labor que definitivamente el Ayuntamiento no realiza por la negligente actuación cotidiana.
El desperdicio de agua molesta por dos razones fundamentales, siendo la de los automóviles que se salpican la menos importante: hoy tenemos agua y el desabasto no se nota como en verano, y no nos percatamos de los miles de litros que se tiran a diario en pequeñas y grandes fugas. La Comapa es la responsable, pero insistimos en que si no tienen los reportes de nada sirve, y Facebook no es el gobierno ni el papá de todos para “acusar” a los que no trabajan: es una red social donde muchos dan rienda suelta a sus frustraciones y chismes, quejas y demandas, pero nada más.
Tenemos obligación de exigir a los que cobran como funcionarios para que respondan con su responsabilidad de mantener la red eficiente y funcionando de la mejor manera posible, pero también tenemos obligación de reportar las anomalías. Es necesario hablar y decirles donde hay problemas, y si no responden, buscar una alternativa para que los hagan cumplir su trabajo.
Imagine cuántas tomas domiciliarias tenemos en la ciudad, así como cuantos kilómetros de tubería hay como para que no haya problemas, considerando también que mucha de la red es muy antigua y el tiempo, inefable juez, todo se lleva..
Hagamos equipo con esos que nos administran -que no gobiernan, por cierto- y exijamos que nos cumplan y devenguen el dinero que ganan cada quincena. Que no se lleven nuestro dinero a sus cuentas sin haber desquitado hasta el último peso.
Y tenemos que hacerlo nosotros, porque si no reportamos las fugas, -olvidemos los carros manchados-, no nos quejemos cuando en verano no tengamos suficiente agua para nuestras necesidades, porque será producto de la apatía en que vivimos y la complicidad de solapar dependencias oficiales ineficientes.
Hagamos que Comapa sea eficiente, ayudemos, exijamos, pero participemos para poder hacerlo con autoridad moral. Eficiencia es lo que se requiere en todos sentidos, y parte de nuestra iniciativa.

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