Son eventos que se viven como traumáticos en el proceso de envejecimiento: Sentimiento de vacío, iniciando modos patológicos de apego a objetos como intento de llenar dicho vacío. Historias de duelo no elaboradas. Carencia de red de apoyo familiar o social. Empobrecimiento imaginario, simbólico y emocional. Somatizaciones y alteraciones del comportamiento
Estas condiciones de vulnerabilidad emocional se ponen de manifiesto en la conducta de los sujetos desde jóvenes llegando al destino final, riesgo psíquico de envejecimiento patológico y que se detecta en síntomas como flexibilidad, disposición o cambios, ser reflexivo, aceptar disminución del rendimiento, limitaciones, enlentecimientos, mantenerse auto válido, vivir hasta y no hacia la muerte, replantearse una identidad unívoca (yo soy así), asentar la autoestima en el presente no en el pasado, seguir conectado con el entorno, etc.
Hay dos temas sobre el envejecimiento psíquico, uno determinado por factores culturales, otro por factores biológicos, y los dos atravesados por las condiciones de vulnerabilidad señaladas. El ideal cultural de eterna juventud y exaltación del consumo producen gran cantidad de efectos a nivel subjetivo, en su mayor parte depresiones. La principal amenaza que supone el paso de los años y temas de investigación son el deterioro cognitivo y el Alzheimer.
Un envejecimiento activo, saludable y participativo se fundamenta en estilo de vida de hábitos saludables: alimentación, basada en el consumo de 5 raciones de fruta y verdura cada día; variada, priorizando el consumo de alimentos de temporada. Actividad física: 30 minutos cada día. Caminar, ir en bicicleta, correr o bailar. Del binomio alimentación saludable-actividad física, no debemos prescindir. Las relaciones sociales son clave. Es vital contar con tejido social de apoyo y relacionarse con personas con las que podamos compartir proyectos, ilusiones y tristeza.
Otro aspecto es el cuidado de la salud. Evitar factores de riesgo cardiovascular: obesidad o sobrepeso, colesterol, presión arterial, glucosa alta, fumar y de cánceres (mama, próstata, colorrectal, piel) Higiene del sueño: Dormir para que las células se regeneren. Evitar aparatos y dispositivos electrónicos en nuestra zona de descanso ya que la mente necesita relajación antes de conciliar el sueño. Cómo envejecemos, dependerá de nuestro estilo de vida. Hay factores en los que no podremos incidir, pero muchos son nuestra responsabilidad.
Los niveles de salud son mejores que los de generaciones anteriores, pero hay que evitar caer en trampas vinculadas al consumo de productos para retardar o mitigar la vejez. No podemos ser esclavos de la juventud. Si lo hacemos, damos la razón a los que postulan que la vejez es sinónimo de incapacidad, de deterioro. Hemos de cuidarnos para tener una mejor calidad de vida que nos permita poder disfrutar de todas las etapas.
Dado el aumento de la esperanza de vida, se divide la vejez en dos períodos: de 65 a 75 u 80, y mayores de 80. Es evidente que las expectativas y necesidades de las personas de 65 años son muy diferentes a los mayores de 80. El pasado es nuestra historia, aporta experiencia. El futuro es un proyecto que se construye. Tener ilusiones, sentirnos parte activa de nuestras familias, de nuestra comunidad, en definitiva, de nuestro entorno.
Tener objetivos, retos y responsabilidades es importante ya que sentirnos útiles aportando servicio a la sociedad nos convierte en protagonistas y no en actores secundarios. Esta actitud combinada con hábitos saludables, lleva a envejecer en mejores condiciones y a edad más tardía. El gran reto es retardar al máximo el período de discapacidad antes de terminar nuestro ciclo vital.