Mira que te voy extrañando, como extraño tantas cosas buenas de la vida, extraño por ejemplo tu hermosa sonrisa y esa mirada que sabía era única y sólo era para mí. Extraño tu cadencia al caminar, así, tan despreocupada, como jugando, tan libre, muy tuya, que me hacía pensar tantas cosas hermosas que podrían ocurrir. Extraño tus manos y el calor que éstas generaban cuando las unías a las mías, que tenían el poder de acercarme o retirarme cuando deseabas que estuviera junto a ti. Extraño tu voz, y de ella el tono sensual que invitaba a perderme en un pensamiento insano que me hacia enloquecer por el anhelo de poderte besar. Extraño el natural perfume de tu cuerpo, cuando caminando pasabas junto a mí pareciendo desinteresada y que por tu aparente desdén me hacías prenderme en el deseo de tenerte. Extraño los primeros besos que nos dimos, los más inocentes, los que sellaron nuestro destino para siempre y evolucionaron a un estado tan ardiente que nada nos podía detener. Extraño nuestros maravillosos y felices días, los de sueños compartidos en un mundo hecho especialmente para ti y para mí, donde juntos le dábamos al cielo su color y en la tierra el aroma a las flores, que prendidas en tu pelo aumentaban su esplendor, y al formar ese escenario perfecto, ver cristalizadas las muchas ilusiones pactadas por aquel gran amor que parecía sin defectos. Extraño tu tiempo que era mío y de nadie más, ayer, cuando mucho te inspiraba estar conmigo sin temor a despertar por el reclamo de alguien más. Extraño todo lo que siendo tuyo, por amor, lo ofreciste para mí y sigue ahí, en ese corazón de mujer enamorada, como enamorado estoy de ti, en la esperanza de volver verte apasionada como en el primer día en que te conocí.
Espero no te moleste mi extrañeza, verás, es que con los años, quiero seguir pensando que hay en tu noble corazón un espacio para mí.

Correo electrónico:
enfoque_sbc@hotmail.com