La vejez es una etapa del ciclo vital. Desde el nacimiento, caminamos a este destino, y aunque a muchos disgusta por los estigmas y etiquetas que conlleva, es una edad a la que todos queremos llegar. Las mejoras socioeconómicas, sanitarias y culturales acaecidas en las últimas décadas permiten incremento de la esperanza de vida. En los últimos 50 años, ha aumentado en 14 años. Es un logro. Pero las personas no se conforman con vivir más, buscan calidad de vida, para tener mejor condición de autonomía a nivel físico y psíquico.
Conforme avanza la edad, comprendemos que es fundamental cuidarse pues la mejor forma de envejecer es de manera saludable. Hábito de vida saludable, concede bienestar y calidad de vida, promueve envejecimiento sano, bienestar físico y psicológico. Para conseguirlo, es esencial mantener alimentación sana, descansar de forma adecuada, disponer de relaciones sociales y realizar ejercicio físico moderado.
El ejercicio moderado y regular para las personas mayores conlleva beneficios a corto y largo plazo. Caminar, nadar, bailar, es ejercicio que se puede hacer a diario. Es importante que la elección sea al gusto, posibilidad o interés de la persona. Además de elegir actividades según los deseos de la persona y en función de sus aficiones, se recomienda realizar ejercicio varias veces a la semana, comenzar despacio hasta llegar a mínimo 30 minutos por sesión, usar calzado cómodo, beber abundante agua, evitar el frío y calor extremos.
Su beneficio es múltiple. Cuida el cuerpo, protege de enfermedades crónicas, mejora la salud cardiovascular, fortalece músculos previniendo las caídas. Proporciona bienestar mental, promueve relaciones sociales, la autonomía. Dedicar tiempo, crear una rutina de ejercicio, reduce el nivel de estrés. Ayuda a combatir trastornos como la depresión. Colabora en la mejora del estado de ánimo y en el alivio de los síntomas. Al ejercitarse se liberan endorfinas, neurotransmisores asociados a la felicidad y el bienestar. Ayuda a dormir mejor, en cantidad y calidad, consiguiendo un sueño reparador. Aumenta la relación social pues al sentirse mejor con uno mismo y mejorar el estado de ánimo, las relaciones con los demás mejoran, son más satisfactorias. Las relaciones se incrementan al participar en actividad física grupal.
Hacer ejercicio de forma regular mantiene activo el cerebro, aumenta las habilidades personales y mejora la autonomía funcional. Las personas sedentarias, con el paso de los años son más vulnerables a un declive en sus funciones cognitivas. Practicar ejercicio físico moderado mejora la memoria y el aprendizaje de información nueva. Mejora el bienestar físico y psicológico. Quizás cuesta ponernos en marcha o no encontramos una actividad que nos motive, sin embargo, si nos centramos en el objetivo general de hacer ejercicio, el enorme beneficio a nivel físico y mental, podremos encontrar la motivación para comenzar.
El reto para realizar cualquiera actividad es mental, no físico. Hay que cambiar la mentalidad de modo de disgusto y dificultad por hacer ejercicio, y poner la mente en modo de disfrutar el ejercicio, y asunto concluido. Igual acontece en todo aspecto de la vida. Permitamos que la mente utilice el potencial de que dispone en favor nuestro, no en contra nuestra y se vivirá felizmente.