Y entonces, mi espíritu llegó hasta su cama, ahí, donde la perpetua calma quiere hacer el molde de su amada figura, para hacerla parte de ella, más, es tanta su voluntad y resistencia, que aunque en ocasiones, no se perciba su mano temblorosa, ésta, habla y pide a gritos que la tome entre las mías, para hacerla sentir parte de mí, como es y siempre ha sido; y mi espíritu reclinado, refleja la luz del Padre amado, que mantiene iluminado mi ser, aunque ya esté cansado, aunque me haya quedado en el pasado, allá, donde siempre supe subsistir a cualquier adversidad a la que me había negado, porque era más mi deseo de ser feliz, que sucumbir a lo que mi mente había aceptado.

Madre, si me ves aun sintiéndome perdido en la nada, sabiendo que me acompañas y me guías, mi sombra y el cuerpo que la refleja, encuentran siempre cabida en el espacio y el tiempo que tienes destinado para mí, y en el momento de sentir tu amada presencia, la amarga pesadumbre que me acompaña, empieza a desaparecer, encontrando en la oscuridad de mi vida, la perpetua luz que ilumina a todos los que, como yo, aún desean tanto vivir para disfrutar del milagro de que aun estés junto a mí.

Madre, los pasos de mi cuerpo son ahora más lentos, pero mi espíritu es tan ágil, que apenas la necesidad de vernos asomar al tuyo en busca de mí, el preciado viento que lleva la Palabra de mi amado maestro Jesús. me lleva hacia ti.

¿Qué por qué me siento cansado?  Será porque tú siempre has sido mi alegría, será por entre más lento camine, más es la distancia que tengo que recorrer, pero es más la esperanza de volverte a ver como siempre, como me has sonreído todos los días de mi vida, con esa mirada muy tuya, con ese amor muy mío, que sembraste eternamente en mi corazón, y eternamente será tuyo.

Y entonces, el Espíritu de mi Padre Celestial, llegó hasta éste mi lugar de perpetua oración, para hacer que mi corazón le hable al tuyo, para decirte lo mucho que te amo.

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