Los problemas en las escuelas cada vez están peores, las situaciones que ahora aquejan a la comunidad educativa se agravan e igual deberían de ir encaminadas las estrategias.

Lamentablemente los profesores y directores no solo se enfrentan al reto de transmitir los conocimientos que hagan crecer al alumno de manera profesional sino a los conflictos sociales que a ellos envuelven y para eso deberían de estar preparados.

Ayer nos enteremos que un alumno ingresó con un arma a una escuela secundaria de Victoria, lo que desató las alarmas entre los padres de familia y con justa razón. No es la primera vez que esto ocurre, de hecho, tenemos el antecedente de lo ocurrido en Nuevo León en donde un solitario estudiante ingresó armado a un plantel, hirió a una maestra, a tres de sus compañeros y después se suicidó.

¡Terrible! Y el problema es que después de aquel trágico episodio en el 2017, siete años después, no se ha logrado dar con la estrategia que impida que los alumnos ingresen con objetos prohibidos a las aulas.

Armas de fuego, armas blancas, postres con droga y medicamentos controlados son solo algunos de los objetos que alumnos han ingresado a las escuelas aquí en Tamaulipas sin que sus padres ni maestros se hayan dado cuenta.

Evidentemente la responsabilidad no es de las autoridades educativas si no de los padres y o tutores de esos menores, son ellos quienes deben de controlar lo que llevan en sus mochilas pero como autoridad están obligados a implementar estrategias que garanticen la seguridad de la comunidad estudiantil.

Los legisladores, por su parte, se han quedado muy atrás para abonar con su labor legislativa modificando la ley para permitir operativos como el de revisión de mochilas pero mientras sigan desviando su atención en asuntos partidistas seguirán estando de adorno.

Leo sus opiniones en mis redes sociales. Que Dios los bendiga, gracias