“Si el juez fuera justo, quizás el criminal no sería culpable”…

Fiódor Dostoyevski

Ya lo sé, todo parece estar escrito sobre el plagio de tesis de la aún ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Yasmín Esquivel.

Sin embargo, entre el mar de opiniones, críticas, señalamientos, acusaciones y mil manifestaciones más, prácticamente todas en su contra, me parece que aún queda un tema por abordar y es precisamente en el terreno que pisa la abogada:

La justicia, no la textual que emana de leyes y códigos, sino -permítame el término- la que se desprende de la naturaleza humana.

Si me permite, trataré de explicar esta percepción personal.

Forman legión, todos lo sabemos, las voces que claman por dos acciones: Una de ellas es la exigencia a la dama de renunciar al Tribunal y la otra se enfoca a la demanda a la Universidad Nacional Autónoma de México, su Alma Mater, de anular el título profesional que la acredita como Licenciada en Derecho.

¿Son justas las dos demandas?

Ésta es mi opinión personal, cuyo destino más probable es un cajón de escritorio, cuando no en un cesto de basura.

Creo firmemente que doña Yasmín debe dejar de inmediato -debería haberlo hecho desde hace tiempo- su silla en el Poder Judicial. Han sido tan hondos los agravios a los valores que ella debería representar que es moralmente imposible continuar en esa tarea con un estigma tan evidente. No habrá caso en el que haya intervenido que esté libre de ser refutado ni habrá en el futuro otro que no sufra la duda sobre la honestidad profesional en los dictámenes de la señora Esquivel.

Pero en la exigencia de invalidar su título difiero. Totalmente.

Para querientes o malquerientes de la funcionaria judicial, queda claro que Yasmín Esquivel cumplió año tras año a lo largo de su carrera y sin excepciones, sus obligaciones escolares, exámenes, trabajos temáticos, ensayos, validaciones, servicios sociales y toda la gama de condiciones que incluye cumplir una preparación universitaria. No hubiera podido llegar a presentar una tesis sin ese antecedente. No hay vuelta de hoja en eso.

Precisamente por ese antecedente, la equidad, un valor inherente a la justicia, marca como posible desagravio a la sociedad y probar la autoridad académica de la señora Esquivel, el presentar una nueva tesis o examen general de conocimientos para validar su perfil de abogada. No se deben echar por la borda tantos años de entrega en las aulas por la forma en que se terminó la carrera, sino permitirle que cumpla fielmente con ese requisito y formalizar su profesión. Y Sanseacabó.

Si a un alumno le abren la puerta hasta en tres ocasiones para aprobar un examen, ¿Por qué demonios no permitirle a la dama que presente una nueva tesis o se cumpla lo que defina la autoridad universitaria para un digno epílogo de sus estudios?

A final de cuentas, como señalé antes, todo ésto es producto de mi desbordada imaginación y aún cuando ésto pudiera hacerse realidad, no veo probable que la aún Ministra de la Corte se pliegue a cumplir esa revalidación que la reivindicaría como jurista respetuosa de la ley. El orgullo se lo impediría sin lugar a dudas, lo cual sería otra historia.

Quedo pues, como acostumbra decir Catón, en paz con mi conciencia, tras cumplir con mi aportación para serenar a la República.

¡Que tengan un excelente fin de semana!…

LA JAULA DE LAS LOCAS

El Congreso del Estado se ha convertido en un clon de la Jaula de las Locas, donde las vanidades y las ambiciones son la pauta. Los diputados del PAN y de MORENA están embebidos en detentar el poder y en esa batalla diaria usan a ese recinto como cuadrilátero, sin recordar cuáles son sus deberes. ¿Habrá alguien que ponga orden en esa Cámara?…

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