Andrea es la tercera de mis nietos, ella tiene actualmente 11 años de edad, y al verme estar elaborando mi colaboración para el periódico, se acerca y me pregunta sobre lo que estoy escribiendo, le refiero el título de mi enfoque: Más allá de la Pandemia. Andrea bosteza, le pregunto si tiene sueño, y ella asegura que no y me pide la entreviste, le preguntó sobre qué tema le gustaría hablar, comenta que sobre la vida: ¿Qué es la vida para ti Andrea? y contesta: La vida es importante para mí, vivo gracias a Dios, la vida es hermosa y me gusta vivir alegre y disfrutarla. Le pregunto si ha sido difícil para ella vivir durante la pandemia y comenta que no, aunque extraña mucho a sus compañeros de escuela, a sus maestros y los viajes que realizaba en vacaciones. Asegura que no teme contagiarse de Covid, aunque le preocupa poder estar enferma y si se presenta alguno de los síntomas ya conocidos, solicita a sus padres que se le practique la prueba, afortunadamente ha salido negativa y eso le da mucho gusto. Asegura cuidarse para no contagiarse, utiliza lo más que puede el cubrebocas, el lavado frecuente de manos y la sana distancia, aunque reconoce, que el vivir en un fraccionamiento le da seguridad, porque sus amistades también se cuidan y por eso juega como si nada estuviera ocurriendo. Se le pregunta si teme que sus padres puedan contagiarse, y dice que sí, porque ella no quiere contagiarse. Piensa que su hogar es el lugar más seguro para no contagiarse, pero le resulta casi imposible no salir a jugar con sus vecinos. En cuanto a la modalidad de estudiar en línea, dice, que fue muy difícil para ella, porque por las mañanas sentía mucho sueño y después de estar mucho tiempo frente al monitor de la computadora le causaba desesperación, por eso se paraba frecuentemente para ejercitarse mediante el baile, pero eso le ocasionaba distracción y se le dificultaba volver a enfocar su atención en la clase. Lo más difícil que ha enfrentado durante la pandemia ha sido el no poder salir con toda libertad a los lugares que antes frecuentaba. Ve con agrado que la disminución de los casos después de la vacunación ha mejorado las condiciones para volver a realizar más actividades fuera de casa, desea volver a las clases presenciales. Andrea empieza a distraerse y ve en el librero del estudio un juguete que representa una Combi llena de pasajeros, se percata que tiene la foto de todos mis hermanos y la de nuestra madre al volante, y pregunta:
Abuelo, ¿cómo le hacía tu mamá para tener tantos hijos y tan seguido? Instintivamente conteste: Es que en esa época no había televisión; Andrea se encoje de hombros y pregunta: ¿Y eso que tiene que ver? bosteza y con eso entiendo que dio por terminada la entrevista.
A propósito, de las secuelas que está dejando la pandemia de Covid-19, pienso que poco a poco, se han ido acumulando factores que están vulnerando nuestros sentimientos y por ende desestabilizando nuestro equilibrio emocional; algunas personas se están adaptando con mayor facilidad a estos cambios, teniendo una regresión a determinados rasgos del primitivismo, pareciera que se desplazan en un territorio inhóspito donde la tendencia es la de imponer su autoridad a base de estrategias intimidantes, violencia física, psicológica y económica; eso me recuerda a un adolescente que consulté a mi regreso a laborar, que evidenciaba síntomas de trastorno de ansiedad y depresión, al que le pregunté: ¿Cómo ves actualmente nuestra forma de convivir? Él contestó con cierta timidez: En ocasiones me parece ver a innumerables ojos brillar en una cueva oscura, se puede sentir cómo tiemblan los cuerpos, dándome la impresión de que no saldrán de ahí hasta que no vean la luz que les muestre la salida.
Muchos son los que están aprovechando esta situación de incertidumbre, que apoyados por la manipulación mediática están condicionando una conducta social con tendencias a la dependencia emocional y con ello al control total de nuestras libertades, ojala despertemos de esta pesadilla para vivir y sobrevivir por sí mismos.
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