Hace poco más de un año, el sur de Tamaulipas vivió una de las peores crisis hídricas de su historia. La laguna del Chairel alcanzó un nivel de –48 centímetros, apenas un 11.6% de su capacidad, y la amenaza real fue quedarse sin una sola gota para beber. Esa emergencia fue resultado de una sequía prolongada de más de ocho años y de la extracción irregular de agua desde la cuenca Guayalejo–Tamesí. No era solo falta de lluvia, era también falta de control y de políticas firmes para cuidar el agua.
Hoy, el panorama es completamente opuesto pero igual de preocupante.
Tras el paso de la tormenta tropical “Barry”, la región enfrenta el riesgo de desbordamientos por la cantidad de agua que se espera llegue río arriba, desde las cuencas del Moctezuma, el Guayalejo y el propio Pánuco. El sistema lagunario está prácticamente lleno; el Chairel se reportó este domingo apenas 4 centímetros por debajo del nivel crítico. Y aunque, afortunadamente, hasta el momento no se reportan daños mayores ni inundaciones severas, el riesgo no ha pasado.
Tenemos que reconocer que hoy tenemos un saldo blanco porque las autoridades actuaron con previsión, el gobernador ordenó reforzar las medidas de seguridad para proteger a la población, a las diversas instancias de su gobierno en coordinación con las autoridades municipales y las dependencias del gobierno federal, como la SEDENA, la Marina y la Guardia Nacional. Se instalaron bombas, se informaron a las familias en zonas bajas, y se trabajó a tiempo.
Pero, ¿cuánto tiempo más la zona sur del estado tendrá que vivir en esta cuerda floja?
Tampico, Madero y Altamira tienen zonas urbanas casi al nivel del mar. Las lluvias intensas, combinadas con marea alta y ríos desbordados, forman una tormenta perfecta para inundaciones. Y si bien se han anunciado grandes proyectos hidráulicos para Tamaulipas que serán de gran beneficio para la población, como la segunda línea del acueducto en Ciudad Victoria, también se necesita una inversión urgente y de largo plazo para el sur como la rehabilitación de drenes pluviales, ampliación de capacidad del sistema lagunario, mantenimiento permanente y obras mayores que ya no pueden seguir en espera.
No podemos seguir cruzando los dedos cada vez que llueve, o cada vez que no.
¿No cree usted? Que Dios los bendiga, gracias.
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