En el año 2000, la columna OPTIMUS, firmada por mi seudónimo Jaime Arzate Pliego se publicaba en el periódico MILENIO de Tamaulipas con sede en Tampico, lo que usted va a leer a continuación lo escribí allá bajo el título de ¿Quién es Petrocel?
Un paseo matinal por las costas de Tamaulipas se puede convertir en algo sumamente desagradable. Al menos eso fue los que me sucedió el pasado domingo, cuando en compañía de mi hijo tomé la decisión de recorrer el litoral de Ciudad Madero hasta Altamira.
La idea original que pretendía el encuentro con la naturaleza casi virgen, en un principio resultó muy agradable. El iodo que impregnaba el ambiente revitalizaba no solo el físico, sino también el espíritu. La inmensidad del mar y su esfuerzo por besar la costa, nos mostraba un elemento indomable y nos hacía sentir pequeños, como en realidad lo somos.
Lo enorme de las dunas nos permitía disfrutar desde lo alto, de una visión maravillosa, además de proveernos de una distracción adicional, pues el recorrido sobre ellas en cuatrimoto, se convertía en un reto para mantener el equilibrio.
Lamentablemente no todos piensas en preservar el equilibrio. Al menos así se interpreta cuando, tratando de ocultarlo bajo la arena, se topa uno con un enorme tubo blanco de más de 20 pulgadas de diámetro que atraviesa sin vergüenza ese paisaje casi virgen. La enorme serpiente venenosa proviene de una industria asentada a varios kilómetros de la costa y su función es la de depositar a la orilla de la playa muchos litros de aguas residuales.
Por la apariencia de la tubería y por lo conservado de la instalación que la sostiene al llegar a la playa, se intuye fácilmente que su misión destructora tiene poco tiempo de uso. Al llegar al vertedero, se siente inmediatamente un olor fétido, capaz de hacer huir a cualquier ser viviente.
A partir de ese punto del recorrido, la imagen que se presenta es terrible. El color azul del mar se transforma en un ocre que cubre más de 50 metros mar adentro y el esfuerzo de las olas por airear al intruso es inútil. La cantidad derramada cubre kilómetros de litoral y provoca nauseas tan solo de observarlo.
Lo curioso del caso es que en ese mismo espacio se observan señalamientos de SEMARNAT, donde registran ese lugar como zona de reserva para la conservación de la tortuga lora.
Este contrasentido me hizo detener la marcha para conversar con un individuo que recogía latas de aluminio y cualquier objeto reciclable que arrojaba el mar. El me explico que desde que el tubo llegó a convivir con la naturaleza, hace aproximadamente un año, se ha encargado de transformar su apariencia y lo que antes era hermoso ya no lo es.
Más adelante, a otra persona que vestía uniforme de vigilante, le pregunté por las tortugas lora. Sin pensarlo contesto: “Este año solo se localizaron 14 nidos, cuando en otros años en este mismo lugar se encontraban más de 100”.
Resulta por demás necio no culpar del fenómeno a la enorme sierpe blanca. Cierto estoy que alguien debe de hacer algo.
No dudo que esa empresa produzca riqueza para la región, como tampoco dudo que pueda instalar una planta de tratamiento de aguas residuales, ¿o de que privilegios goza? ¿Quién es Prtrocel?
Días después de la publicación de este artículo, vi con agrado que MILENIO ordenó una investigación a fondo, y en pocos días fue nota de portada del diario, con fotografías que mostraban en todo su esplender e impunidad esa serpiente blanca. Consideré que, con la denuncia pública, las autoridades del medio ambiente clausurarían esa tubería.
Sin embargo, el pasado fin de semana un video de Tik Tok se hizo viral denunciando esa misma tubería, fue impactante para mi ver de nuevo, como hace 24 años, esa enorme tubería blanca posada sobre las dunas de la playa de Altamira.
Hasta Américo Villarreal, gobernador de Tamaulipas, llegó el reporte de ese video, quien de inmediato giró instrucciones para que se pusiera orden. Desde SEDUMA, en coordinación con la PAUT se iniciaron acciones para detener ese nido de contaminación, pero además se coordinaron las acciones con la PROFEPA y la CONAGUA para que se aplique la ley en ese y todos los casos que surjan con la investigación.
De inmediato se reforzó el monitoreo y las inspecciones para detectar otros casos de contaminación en el litoral o en el sistema lagunario, la respuesta contundente nos da la tranquilidad de que ahora si se hará lo que no se hizo en 25 años, pues este asunto ya está EN MANOS DEL GOBERNADOR.