Poco más de dos años atrás, cuando el Partido Revolucionario Institucional dejó ir de las manos su histórico control de Tamaulipas, me permití formular una sugerencia a los próceres del tricolor en esta geografía.
Señalaba en ese entonces que si el problema del PRI en el Estado había sido –y sigue siendo– la falta de credibilidad social, debía necesariamente volver la vista hacia el único lado que podía ayudar a recuperar, así fuera en parte o en forma gradual, la confianza de los ciudadanos.
Para su servidor era obvio hacia donde debía mirar: Hacia sus células básicas, hacia los comités municipales. Esos niveles eran y siguen siendo en la opinión de quien esto escribe, el único terreno en donde podría obtener resultados positivos. En sus raíces, en las bases, vamos.
Víctimas de un estado de shock, ningún dirigente se movió ni alguna de sus figuras sacramentales opinó al respecto.
Y más de dos años después, una mujer se lanzó al ruedo. Y más de dos años después, sigue siendo la receta que le puede devolver sabor, aroma y consistencia al tricolor en la Entidad.
La actual presidente del comité directivo estatal, Yahleel Abdalá, anunció ya que prepara una recomposición de esas fuerzas fundamentales de su partido. Una sacudida en regla que alivie el pasmo que caracterizó al priísmo durante el mando de Ernesto Guajardo.
¿Por qué la importancia de esos comités?
Porque sucede lo mismo que con los ayuntamientos. Son los que tienen más cerca la problemática local, saben dónde les duele y dónde les guste que los soben, quiénes son los amigos y quienes los rivales. Con esa base de datos, se construye de abajo hacia arriba, como debe ser, no con imposición de dirigentes que de eso sólo mostraron el nombramiento.
De avanzar en ese sentido, el PRI podría ser una real fuerza competitiva en el Estado en la renovación del Congreso Local. Como dicen en mi pueblo, “en lo chiquito se ve que tan bueno es alguien para lo grandote”.
Se pone bueno el 2019 desde ahora…

LA CUBETA DE JAIBAS
Es una vieja historia que en esta ocasión deseo sinceramente que tenga, ahora sí, un final feliz.
El escenario es en Tampico, en donde el actual Ayuntamiento dio a conocer la semana pasada que retomará el proyecto turístico que tiene desde hace muchos años como sede a la Laguna del Carpintero. De lograrlo, Jesús Nader podrá al fin hacer a un lado la nefasta comparación de este puerto con la cubeta de jaibas, en donde las que están a punto de salir del balde son jaladas por las que siguen adentro, impidiéndose el avance unas con otras.
El proyecto original tiene casi 25 años de edad. Lo presentó el en ese entonces alcalde, Fernando Azcárraga, quien ya con todo listo para concretarlo –acuario incluido– recibió como respuesta una furiosa embestida del panismo de la época, argumentando la protección de manglares que no son naturales del lugar pero que sirvieron de pretexto para demolerlo antes de poner la primera piedra.
Me complace que el presidente municipal Jesús Nader –al contrario de sus compañeros de partido de ayer– piense en el desarrollo de Tampico y no en agradar a un grupo de sedicentes ambientalistas que en realidad lo que querían era que Azcárraga no se colgara una medalla.
Y permítame en ese sentido externar tres “ojalá”:
Ojalá que reciba el alcalde el apoyo necesario del Gobierno del Estado para una obra que cambiará el rostro de ese puerto como polo vacacional número uno en Tamaulipas. Ojalá que la iniciativa privada respalde también al edil para alcanzar ese objetivo benéfico para todos. Y ojalá que el PRI no se endose ahora una camiseta opositora sólo porque el proyecto no sale esta vez de una administración tricolor. Mis mejores deseos en ese sentido…

Tweeter; @LABERINTOS_HOY