La gente que vive de la religión siempre dice que los ordenamientos son de Dios, y afirman tajantemente que “Dios dijo que…” y entonces nos imponen muchas cosas, creencias y aspectos que muchas veces chocan con la lógica.
Igual sucede en la política y en las oficinas de todo tipo.
Y siempre, en nombre del que supuestamente debe mandar, se cometen arbitrariedades diversas. Recordamos aquel tiempo en que el hoy doctor Carlos Hinojosa Cantú era director de la Facultad de Derecho Victoria, y llegaban algunos “colaboradores” a pedir diversos tipos de cosas “de parte del director”.
En una ocasión, le llamamos para inconformarnos por una decisión determinada, a lo que respondió: “yo no he ordenado nada”. Así se las gastan en todos los niveles.
Nos piden cumplir con ciertas cosas, por orden de “arriba” y nadie da la cara.
Sucede lo mismo en todas las instancias oficiales.
Y lo más lamentable es que las autoridades entrantes tienen las mismas costumbres, o al menos, algunos subordinados así lo hacen ver. Pasa en nuestra querida y amada capital tamaulipeca, donde algunos se endilgan decisiones por orden del alcalde. De viva voz de Xicoténcatl hemos escuchado negar tales órdenes, o al menos, eso nos dijo en la llamada telefónica.
Se pronuncia Xicoténcatl por que haya orden y pensamos que es lo mejor que puede decidir: equidad en todos sentidos, pero para ello, dice la costumbre que el buen juez por su casa empieza, y vemos, con profunda tristeza que sigue habiendo una cuadra casi, frente a la Presidencia Municipal con tambos de exclusividad para que los funcionarios se estacionen y no sean ocupados por los ciudadanos, que somos los que pagamos los impuestos y sus salarios.
Vemos tristemente que los vehículos oficiales tienen privilegios tanto los estatales como los municipales; vemos también que hay criterios muy “comprensivos” para los sitios de taxis, con el argumento de que ellos se adueñan de las calles, porque viven de manejar.
Nos preguntamos los que nos trasladamos todo el día en nuestros vehículos a diversos puntos de la ciudad si no es lo mismo, porque finalmente, el estacionarse es una necesidad de todos, absolutamente todos los que trabajamos, y un derecho de todo ciudadano.
Entonces, ¿Por qué debe haber privilegios?
Entendemos la postura, sin embargo, lo que no se alcanza a comprender es que se tomen decisiones sin aviso previo. No podemos imponer una ley sin anunciarla en el periódico oficial, por ejemplo. No podemos, tampoco, cambiar un reglamento municipal si no ha sido aprobado por el Cabildo como mínimo.
A lo que vamos es a pensar que la autoridad no es absoluta: son nuestra autoridad, pagada por nosotros y deben servirnos a nosotros. Hartos estamos de actitudes de Mesías de parte de los que deben mandar. Hartos de ese trato despótico. Nos dijeron que iba a cambiar el asunto, y la misma actitud negando audiencias y reportes sigue presentándose.
Nos dijeron que entrando la actual administración no iba a haber más parquímetros, y vemos que no solo no los quitaron, sino que las políticas son aún más agresivas para quienes utilizamos los vehículos para trabajar, y todo, dicen los subalternos, por órdenes de Xico.
Conociendo al alcalde de Victoria, estamos totalmente seguros de que se han malinterpretado sus comentarios y disposiciones, y los subalternos toman atribuciones que no les corresponden.
Cuando la autoridad habla de aplicación de la ley sin distingos, entendemos que es pareja y para todos, no selectiva; si se hace selectiva algo anda equivocado: o la orientación de las órdenes o la obediencia a ellas.
Pugnamos por una mejor ciudad en todos sentidos, queremos colaborar, pero que no nos abusen, sea quien sea, porque de eso estamos ya hartos, cansados, fastidiados.
Queremos autoridades que se comporten como tales y se den a respetar por sus obras, y no por sus decisiones arbitrarias y oscuras. Seguros, totalmente seguros estamos que Xico no es arbitrario: ojalá sus funcionarios no empañen su imagen

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