En ese despertar a la vida, cuando sin desearlo te la pasas entre dormido y despierto; si dormido, soñando; si despierto, pensando; si soñando, esperando el maravilloso encuentro; si pensando, anhelando que en cada paso que se dé, surja de lo inesperado, el milagro; y del milagro anhelado, volver a ver tu hermosa sonrisa, y de tus bellos ojos el brillo que me llena de alegría, y de tus labios color de rosa, los besos que siempre recibía.
En ese despertar a la vida, ya no quiero vivir entre dormido y despierto, porque si dormido y no sueño contigo, para qué vivir soñando; y si despierto y no te encuentro, para que seguir viviendo; y si en el camino te encuentro, quiero verte como antes, y sentir tu amor, y con él, la energía que infundía a mi alma la fuerza inaudita para vencer todos los retos, como lo hice de niño, como los vencí en la juventud y como me esfuerzo ahora, cuando sin ser viejo, sin ti es como si lo fuera.
En ese despertar de la vida, sin desearlo me alejo de ti, no es por falta de amor, es el temor que me invade al pensar que un día puedas faltarme, y yo la verdad, no sé qué haría sin ti.
En estas páginas del libro de la vida mía, quisiera vivir con la esperanza y certeza, de que habrá siempre el tiempo suficiente para que mis anhelos y los tuyos coincidan, para generar sólo pensamientos de armonía, de paz, de amor eterno; para que si un día nos quedamos dormidos, despertemos a la otra vida y nos sigamos queriendo como sólo pueda amar una madre a su hijo, como sólo puede amar un esposo a su esposa, como sólo puede amar un padre a su hijo, un abuelo a su nieto, como sólo se puede amar a un verdadero amigo; como sólo se puede amar a Dios, que está en estos momentos conmigo.

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