A raíz del sometimiento disfrazado de acuerdo con el gobierno de Estados Unidos sobre el “cambalache” del muro a migrantes por suspensión de aranceles, una reacción de indignación sigue recorriendo al país.
Me refiero a una especie de boicot a empresas manejadas en México por firmas estadounidenses a través de franquicias y concesiones o algunas en forma directa. No compren en esta tienda de autoservicio, no se acerquen a aquella de alimentos, saquen su dinero de tal o cual banco, son algunos de los exhortos que navegan, en especial en los canales de comunicación por internet.
¿Tienen razón quienes alientan eso como respuesta nacional a la presunta humillación encabezada por Donald Trump?
Tal vez se justifique por una visión radical de patriotismo, pero de ninguna manera se ajusta a la razón. ¿Por qué?
Porque en esas empresas que hoy pretenden satanizar laboran por lo menos cinco millones de mexicanos. Son paisanos como usted y yo, que pueden ser sus vecinos o sus familiares, que no son burócratas o maestros y que no tienen la suerte de tener un medio propio de supervivencia. Sume a esa cifra otros cientos de miles que son sus proveedores, los cuales también sufrirían.
Curioso, pero no he leído sobre algún movimiento que convoque a no ir de compras a alguna de las ciudades fronterizas de Estados Unidos. Aquí en Tamaulipas nadie habla de no ir a McAllen, a Brownsville o a San Antonio, lo cual sí significaría un severo golpe para la economía texana.
Es lamentable, pero al parecer parece más importante seguir yendo al “shopping”, que esos millones de mexicanos pudieran quedarse sin empleo…
OPORTUNIDAD DORADA
En el tráfago político y económico desatado por los amparos concedidos a demandantes que se oponen a la construcción del aeropuerto en Santa Lucía, una oportunidad de oro surge, en mi opinión, para el presidente López Obrador.
Está sobre la mesa, planchadita, para mostrarse como estadista y recuperar la confianza de inversionistas tanto nacionales como extranjeros.
A lo largo de su campana y en el momento de iniciar su mandato, el Ejecutivo federal citó una frase que convirtió casi en lema: “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”.
Si la justicia federal mantiene los amparos definitivos otorgados hasta ahora en el tema mencionado y dictamina que deben en definitiva preservarse las obras del NAIM en Texcoco, sería una especie de puerta abierta para López Obrador para demostrar en los hechos, no en discursos, que el estado de derecho prevalece en México. Si se diera lo primero y el Presidente se subordina al Poder Judicial, no cabe duda alguna: le aplaudirían hasta en el último rincón del país y quizás del mundo entero. No del universo, que conste.
¿Habrá en su gabinete quien se atreva a decírselo?
Se vale soñar…
LO QUE NECESITA TAMPICO
El sur y en especial Tampico, posee una dinámica económica que a lo largo de los años ha sufrido algunos tropiezos, pero nunca se ha detenido.
Uno de sus problemas ha sido la vialidad y en forma evidente, el acceso por Altamira hacia el puerto jaibo. Tanto para ingresar al mismo como para salir de él.
En ese contexto es extraordinariamente relevante modernizar esa vía con pasos a desnivel como los existentes en Monterrey, San Luis Potosí o Guadalajara, que pueden ser atravesados en tiempo razonable gracias a esas obras. El gobernador Francisco García Cabeza de vaca lo ha entendido así y actúa en consecuencia.
Tampico ya tiene dos del aeropuerto hacia el norte, pero urgen por lo menos dos más, por lo que el proyecto en la llamada Curva Texas es digno de aplauso. Lo he sostenido durante cuatro sexenios por lo menos: quien concrete estas obras será recordado en forma más que positiva.
El mandatario tamaulipeco hará realidad ese paso a desnivel y con ello respaldará a la economía sureña, no sólo en su intercomunicación, sino en la capacidad de recepción al turismo de Nuevo León y Coahuila. Buena decisión…

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