No puedo abstraerme de observar todo lo que ocurre en mi entorno, y con ello, dejar que fluyan libremente en mi interior, una serie de emociones sublimes, que por naturaleza habitan en mi ser y se conectan con el exterior en cuanto se establece una frecuencia de armonía.

Frecuentemente me siento un poco frustrado, cuando los fines de semana se  esfuman y no logro concretar lo que tengo planeado, y mucho menos descanso como siempre lo he deseado, me dedico, como en otras ocasiones, a satisfacer las necesidades de mi familia y aunque no me disgusta, sí me incomoda cuando no logro al menos una de las metas personales; en fin, recordé como un domingo de hace 7 años, acompañé a mi esposa a la casa de mi hija Kattia para ayudar con algunos trabajos pendientes; al llegar, me extrañó ver a mis nietos Emiliano de 8 años y Andrea de 6, parados en un lote baldío, en una actitud sombría, les hablé para saludarlos, pero no me contestaron, entonces decidí acudir hasta el lugar donde se encontraban, y en ese momento, me percaté del porqué de su tristeza, ellos habían construido una  pequeña tumba en la tierra y en la lápida de piedra, se podía leer el siguiente mensaje: “No mover, es una tumba de 2 peces uno de Emiliano y el otro de Andrea, los amamos peces”; se encontraba también una flor, un lápiz y una cartera que yo le había regalado a mi nieto; la tristeza reflejada en sus rostros, me conmovió, y con solemnidad les pregunté qué había ocurrido; Emiliano me comentó, que  el día anterior se habían ganado a los peces como premio en una fiesta y que emocionados, los llevaron a su casa para cuidarlos y adoptarlos como mascotas, pero, inexplicablemente, al día siguiente amanecieron muertos; al término de la narración, los ojos de Emiliano estaban enrojecidos y apunto de derramar las lágrimas, los abracé con ternura para hacerles sentir mi pesar; después traté de reanimarlos con otro tema y  los conduje al interior de la casa, pasaron algunos minutos y Emiliano me pidió que lo siguiera a la tumba, había colocado una cruz de madera al margen de la lápida y me dijo: ahora nadie podrá perturbarlos y respetaran la tumba. Me quedé pensando ¿Cómo sabía mi nieto que la cruz era una poderosa custodia para velar por la paz de sus mascotas?

La bondad natural de Andrea y Emiliano, practicando una acción que evidencia el amor benevolente, no es otra cosa que la manifestación viva de la esencia divina que Dios, nuestro creador, nos obsequió desde el principio de todos los tiempos, y con ello concluí que los seres humanos fuimos creados no sólo para amarnos entre nosotros mismos, sino para amar a todo ser vivo con que el Señor pobló la tierra.

Correo electrónico:

enfoque_sbc@hotmail.com