Se dice que el virus de la discordia llegó con los cambios, así como llegan muchos virus que afectan nuestra salud, algunos son endémicos, otros nos llegan como brotes epidémicos, que incluso pueden propagarse tanto, que causan una verdadera epidemia.
El virus de la discordia causa síntomas tan obvios, que cualquiera puede identificar a aquellos que han sido afectados. La discordia surge cuando hay enfrentamientos o discrepancias, cuando no se logran acuerdos sobre asuntos en los cuales debería de tomarse en cuenta la opinión de otros que tienen un interés común en lo que se propone.
Los griegos personificaban mitológicamente a la discordia en una diosa cruel, causante de la generación de continuos conflictos, la llamaban Eris o Éride y tenía como hermana a Ares, dios de la guerra. Eris parió a Ponos (Pena), a Lete (Olvido), a Limos (Hambre), al lloroso Algos (Dolor), a las Hisminas (Disputas) las Macas (Batallas), las Fonos (Matanzas), las Androctasias (Masacres), los Neikea (Odios), las Pseudologos (Mentiras), las Anfilogías (Ambigüedades), a Disnomia (el Desorden) y a Ate (la Ruina y la Insensatez) y a Horcos (Juramento).
Cuando el virus de la discordia se propaga entre los hombres, no podemos esperar nada bueno, de hecho, actualmente muchas familias han sido afectadas por este nocivo virus y los lazos de armonía que las unían se han roto.
Esperamos que los sabios, los iluminados, los amantes de la paz, logren encontrar la vacuna ideal para conciliar tantos conflictos que hoy ponen a prueba nuestra capacidad para establecer el orden.
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