Elogiado por muchos, vilipendiado por otros tantos, el alcalde de Victoria Oscar Almaraz Smer rinde su último informe de actividades como presidente municipal.
Víctima de sus colaboradores, el munícipe no pudo consolidar el enorme y fructífero trabajo que, pese a sus detractores, está ahí, en las calles, que fueron transformadas en un porcentaje nunca antes visto.
Mucho se puede escribir contra un alcalde, y razones habrá, aunque muchas son emitidas sin fundamento alguno. Dicen algunos colegas que Oscar Almaraz ha sido el mejor alcalde de Victoria en los últimos años, porque enfrentó directamente la problemática logrando que tuviéramos un servicio de recolección de basura estable y constante.
Algunos días que por alguna razón falló, los detractores salieron a criticar a quien gestionó la compra de unidades para enfrentar uno de los más grandes problemas de una ciudad.
Por si fuera poco, heredó una ciudad deshecha, abandonada, sin infraestructura y sin calles: recordemos que todas nuestras arterias estaban punto menos que destruidas, y durante estos dos años se logró un muy significativo avance en la reconstrucción de rúas.
Extremistas como son, sus enemigos denostaron el gran esfuerzo y decían, cuando había pavimentación o reconstrucción, que eran obras estatales, pero cuando había baches, decían que era culpa de Almaraz.
Igual que las calles, heredó el más grave problema de abasto de agua que ha habido en la capital, fruto de la indiferencia de un exgobernador que lejos de construir o gestionar el segundo acueducto se dedicó a enriquecer a sus amigos constructores, dejando al garete a nuestra ciudad.
La sequía que vivimos fue atribuida según sus enemigos a Oscar, al igual que las fallas de una red que tiene casi cien años de existir.
Y la gente se pregunta donde estuvo el error para que no se le considere con justicia en su magnitud, como jefe de la comuna victorense.
Los que conocen un poco de política saben que un alcalde tiene que responder a compromisos políticos y ubicar a algunas personas en ciertos cargos; el problema fue que esos “compromisos” se dedicaron a entorpecer la función de nuestro alcalde, dejando a un lado a la ciudadanía, y como ejemplo, el secretario particular que sirvió para aislar a quien todos los días iba con su gente a tratar de encarar los problemas; problema, con su gerente de la Comapa, que nunca dio la cara a la ciudadanía, y culpó a Oscar de los aumentos en las taridas, de la falla en la red, de la falta de líquido y de todo lo que encontró a su paso, dejando mal parado a quien le dio la oportunidad de “comer calientito” durante los últimos dos años.
Individuos de esa naturaleza merecen ser sujetos a una estricta auditoría y consignación correspondiente, pro el daño que hicieron a Victoria y por la indiferencia que mostraron durante su mala gestión.
La gestión de Oscar fue positiva desde nuestra óptica, pese a que hay sujetos -y sujetas, diría Fox- que piensan que hablar positivamente de un funcionario es estar vendido.
Solo falta salir a las calles y ver la transformación de la capital para darnos cuenta de que ha sido una buena administración, y que el no haber obtenido la reelección se debió a aspectos fuera de lo lógico y normal, y a los traspiés de sus colaboradores que, lejos de mostrarse como responsables ciudadanos se comportaron como una caterva de oportunistas.
Hubo quien cumplió con creces y hay que reconocerlo, pero a esos que metieron el pie al alcalde y sus intenciones, habrá que señalarlos con marcador permanente para que nunca más vuelvan a tener oportunidades de fungir como servidores, porque lejos de apoyar se sirvieron con la cuchara grande.
A esa caterva, nuestro desprecio y el deseo que la justicia llegue a cumplir fielmente su objetivo, y que estén guardados donde merecen estarlo. Mientras tanto, reconocemos la gestión de Oscar Almaraz Smer como alcalde de la capital. Ojalá los que vienen sigan sus pasos.

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