Me gusta el arranque de la segunda etapa de las campañas por la gubernatura en Tamaulipas.

Sí, es cierto; el baño de lodo sigue, los señalamientos infamantes también, los golpes bajos menudean, pero a la par han aparecido las propuestas y proyectos para disipar, por lo menos en parte, las tinieblas de la guerra sucia, tan normal y socorrida en estos menesteres.

En los días cercanos transcurridos, me complace escuchar en diversos foros a César Verástegui, abanderado de la alianza PAN-PRI-PRD, poner sobre la mesa no sólo su plan de trabajo, sino también la forma y medios para concretarlo, con evidente pleno conocimiento y dominio del tema que aborda.

El Truko en estos momentos políticos es como asienta una frase popular, “el remedio y el trapito”, al poner sobre la mesa la idea de que para resolver un problema no basta sólo con ofrecer una solución, sino que también se deben dar las herramientas para que ésta sea factible, lo que aleja a su plataforma electoral de las clásicas promesas imposibles de cumplir. Hay piso en cada planteamiento y eso se convierte en credibilidad, oro molido a la hora de votar.

Bien por esa aportación.

Algo parecido sucede con Américo Villarreal Anaya, que ha hecho a un lado el estilo acartonado del viejo discurso político en donde dominaban las generalizaciones sin ahondar en casos particulares, práctica que se utilizaba para no crear compromisos.

El representante de Morena dejó atrás el incómodo “Ya Sabes Quién” que en estos momentos no es la panacea de cuatro años atrás y puso en marcha una serie de foros donde propone y analiza con la sociedad civil qué le duele y que hay que apoyar en cada región del Estado.

Buen punto para Américo, aunque aún le falta la contundencia del Truko, que maneja con fluidez datos y cifras en cada rincón donde se para y en cada propuesta que formula.

Me reservo el caso de Arturo Diez Gutiérrez, de Movimiento Ciudadano, para no cansar a los tres lectores de esta columna. Será tema de otra colaboiración.

En resumen, faltan más de tres semanas para terminar las campañas por la sucesión gubernamental. Ojalá se mantuviera el perfil de lo bueno que se puede hacer por Tamaulipas, pero aún prevalecen muchos emisarios del pasado cercano que han hecho y hacen del insulto –muy diferente de la crítica– su herramienta predilecta y que, lamentable es reconocerlo, da resultados en el ánimo del ciudadano…

¿CABALLO DE TROYA?

Como funcionario publico, Oscar Almaraz nunca ha podido navegar más allá de la gris medianía. A la sombra de sus padrinos ocasionales –hoy es un ex funcionario federal en San Luis Potosí– no ha logrado brillar como él anhela.

En cambio, como operador electoral siempre fue una de las piezas que el PRI, su cuna partidista, utilizó en sus tiempos de hegemonía. Carismático y eficiente manipulador de la ley, fincó en esa tarea sus alcances políticos y por consecuencia sus éxitos financieros. Esas habilidades son precisamente las que presentó como cartas de recomendación para incrustarse en la campaña del candidato a gobernador, César Verástegui.

La pregunta en este caso es la siguiente:

¿Por qué en lugar de apoyar la causa para la que fue llamado, Oscar se ha dedicado a entorpecer el trabajo del primer círculo del candidato y a protagonizar enfrentamientos sumamente dañinos?…¿Qué busca con esa actitud?

Para bien de quienes han confiado en él, ojalá recupere Oscar la cordura y en lugar de generar pugnas estériles busque acomodo en el espacio donde hoy sólo es un invitado.

Y para muchos, tambien un “Caballo de Troya” del enemigo…

Twitter: @LABERINTOS_HOY