Sin lugar a dudas que el principal tesoro que tenemos es la salud: con ésa a tope, podemos hacer muchísimas cosas, emprender proyectos, trabajar, divertirnos y más, mucho más, en aras de tener una convivencia completa.
Y es por eso por lo que no podemos jugar con ella, en ningún aspecto.
Somos muy de la idea de auto recetarnos, de dejar para después una molestia, sin embargo, cuando vienen las consecuencias corremos con el doctor para que, en una toma haga el milagro que no supimos ver antes, y que quisimos manejar solos, por ahorrarnos la consulta o el medicamento “caro” que siempre nos recetan, en lugar de darnos una “aspirinita” para el dolor o algo por el estilo, no costoso, no caro, y tampoco de mal sabor.
La salud no espera, y no podemos dejarla en manos de quienes no tienen idea de lo que están haciendo, porque nos pueden perjudicar enormemente; en ese sentido, vamos a la farmacia y pedimos “algo para la tos”, cuando no sabemos si es tos por haber cambiado drásticamente la temperatura de los líquidos que hemos estado consumiendo, por destaparnos en lugares fríos, si es por infección u otra cosa, pero ya pedimos algo para la tos, co al deseo de que un jarabito nos cure.
Bien dice el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Alejandro García Barrientos que a veces nos quejamos y padecemos un sinnúmero de problemas porque nosotros ismos nos los creamos, nos los acarreamos al omitir las recomendaciones de aquellos que sí cursaron la carrera de medicina y nos pueden dar una opinión muy profesional, valedera y justa.
Somos testarudos, tercos, “cabeza dura” en ocasiones, o tacaños que no queremos gastar. Agregue eso a que los sábados no hay muchos médicos que nos puedan atender, porque los consultorios están vacíos, y eso agrava aún más los padecimeintos que tenemos.
No es grato enfermar, mucho menos padecer las enfermedades y sus consecuencias que realmente son muy notorias y nefastas, que en ocasiones tienen repercusiones demasiado grandes y graves.
El subsecretario García Barrientos ha hecho énfasis en que debemos acudir a las unidades médicas, y para ello se cuenta con centros de salud y hospitales en el estado, por lo que exhorta a los tamaulipecos a hacer uso de la infraestructura que a nosotros mismos nos cuesta, y está para atendernos, para dar respuesta a nuestros achaques y para colaborar en mejorar la calidad de vida de los que vivimos en este noble estado tamaulipeco.
Bien dice don Alejandro que es preciso no escatimar tiempo y recursos en este rubro, porque, insistimos, y coincidimos con él, cuando se tiene salud se puede desarrollar prácticamente toda actividad de cualquier índole, y eso no tiene precio.
La pérdida de la salud implica desajustes de muchos tipos, siendo los más comunes los que tienen que ver con nuestras defensas y el organismo en general, provocando, a veces, otros males que van aparejados con los iniciales, y obviamente nos hacen sentir mucho más mal que cuando iniciamos.
Es la hora de poner la atención debida a la salud, de hacer lo que tenemos que hacer, y de observar lo que dicen los que realmente saben; dejemos a un lado a los farmacéuticos que, por costumbre nos recetan lo mejor que ellos creen. Aclaramos: hay buenos farmacéuticos, pero cada quien tiene su función y su rol en este engranaje de la salud.
Así que, ya lo sabe, a cuidar la salud mucho más que ahora, y procurar las medidas de prevención que estén a nuestro alcance; las otras, las lejanas o desconocidas, dejémoslas para aquellos que son parte del engranaje sanitario tamaulipeco, y que nos orienten adecuadamente para poder superar los males que pudiéramos tener o que tenemos.
Es tiempo de poner las cosas en su lugar, con su justa dimensión, y la salud debe estar donde merece: en el primer plano, para evitar problemas mayores que pueden enviarnos a una incapacidad temporal muy larga… o permanente.

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