¿Cómo es que México no es un país perfecto?

Me hago esa pregunta con frecuencia, porque no entiendo que si todos sabemos cómo prevenir los problemas personales o sociales, todos somos capaces de resolver las emergencias del país sin importar cuáles sean ni su tamaño, todos poseemos los conocimientos necesarios para enfrentar las crisis y todos entendemos y seguimos fielmente los valores de la democracia, de las libertades incluida la de expresión y de la honestidad, ¿Cómo es posible que no vivamos en un paraíso?

Lo anterior no es un desvarío. El escenario descrito es la percepción generada por lo que leo, escucho y veo a mi alrededor.

Cualquier persona, entre quienes cuento a mis compañeros de medios de comunicación, pareciera que tiene –tenemos– la visión del mejor estadista, del sociólogo más acertado, del economista más competente y del político más experimentado.

Busque en la prensa cotidiana cualquiera que sea su modalidad y encontrará opiniones de cien expertos y dictámenes de sesudos analistas que tienen la receta para eliminar la corrupción, la pobreza y la inseguridad entre otros lastres que nos aquejan. También, si tiene tiempo, platique con alguien en el café, en el trabajo, en la escuela, en la calle. Encontrará que todos tenemos la solución a las dificultades que arrastra esta bendita nación. Todos sabemos qué hacer.

¿Por qué diablos entonces no mejora lo que queremos –valga la redundancia– que mejore?

Porque en muchos casos, sabemos sólo lo que vemos y lo que oímos, pero no conocemos la realidad, lo interno, no tocamos los intestinos del problema y mucho menos tenemos idea de cómo es el monstruo por dentro.

Por eso, en la mayoría de los casos, no entendemos el porqué de una decisión gubernamental o de un programa público. Porque hay que vivir dentro de ese animal para medir y valorar su estructura orgánica.

En lugar de eso, en lugar de tratar de entender, sólo satanizamos, criticamos y culpamos. Y esto sí todos lo sabemos: nos burlamos de lo que no conocemos porque nos apena admitir nuestra ignorancia.

No es mi intención defender de ataques y señalamientos a una persona o a una institución. No importan nombres, colores o siglas, sólo dejemos de jugar al sabio y opinemos de lo que sabemos y sobre lo cual podemos aportar algo más que exabruptos o en el mejor de los casos, buenas intenciones.

Ya tenemos suficiente con los dislates de nuestros gobernantes. No añadamos los nuestros…

 

PREGUNTA ¿Y RESPUESTA?

Y hablando de dramas, ya es tiempo de que se termine uno histórico en Tamaulipas.

Me refiero a la lucha por el ingreso a una escuela secundaria, que se libra año tras año en algunos planteles de ese nivel de enseñanza, que en teoría son los mejores en su nivel académico.

Por favor, ya devuélvanle la dignidad a los padres de familia y no los lleven a sufrir desvelos, correr peligros y protagonizar peleas por lograr que sus hijos tengan espacio en esos centros de enseñanza.

Demonios, en lugar de perder el tiempo en politiquerías magisteriales pónganse a trabajar e ideen algún sistema que en uso de la tecnología que precisamente los niños manejan con habilidad, eliminen con esas hileras de días. Si las escuelas privadas manejan ese paso a través de internet, ¿por qué diablos no lo hace la Secretaría de Educación de Tamaulipas?

La respuesta está en la cancha de la SET. Digo, si es que tienen alguna noción de qué están haciendo allí, además de cobrar…

 

Twitter: @LABERINTOS HOY