El anuncio más significativo que ha hecho hasta ahora el nuevo dirigente del PRI en Tamaulipas, Sergio Guajardo, no está normado por lo que debería ser la natural estrategia para un rescate electoral.
El fondo de ese anuncio, es el miedo.
Ayer, Guajardo dio a conocer que iniciará un recorrido por el Estado para curar cicatrices y como primer destino citó a Reynosa. “Voy a hablar con Oscar Luebbert”, dijo.
De lo anterior, en la opinión de su servidor, surge una duda y una certeza.
La primera es por qué es necesaria la operación cicatrizante. ¿No se supone que la elección del Presidente fue un ejemplo de limpieza?… ¿Entonces hay heridas que deben restañarse?… ¿Se cometieron actos indebidos que requieran compensaciones?
Las respuestas las puede dar sólo el propio líder formal del tricolor, pero en los hechos queda claro que esta decisión brota del temor, miedo abierto, de enfrentarse al agrietamiento de una unidad que en esa parcela ya sólo existe en el discurso. Esas son las dudas.
La certeza es que Sergio y quienes lo llevaron en las tinieblas hasta esa posición, reconocen de facto en Luebbert al único que puede ser dentro del PRI un factor de riesgo para el control que pretenden ejercer en Tamaulipas.
Para confirmarlo, cito algunas frases medulares del reynosense al dar un esbozo de sus acciones a corto y mediano plazo, tras el resultado de la elección interna:
“Vamos a formar una corriente que impida más complicidades y traiciones…”
“El daño ya nos lo hicieron desde antes. Los mismos que nos traicionaron hace un año volvieron a estar presentes…”
“Hay que señalar a los traidores que compraron voluntades…”
Uy, el coco. O por lo menos es lo que parece pensar Guajardo. Y ¿sabe qué?… no le falta razón.
Van como pruebas dos de las peticiones medulares, entre media docena más, que se han filtrado –son condiciones en los hechos– las cuales Oscar, en plan de abierto insurgente, ha puesto con anticipación sobre la mesa para sentarse a dialogar. Van:
La primera: Luebbert exigirá por lo menos el 40 por ciento de las posiciones en el Comité Directivo Estatal del partido.
Y la segunda y más importante para el futuro del PRI: Exigirá que se reorganice el Consejo Político Estatal para que se le de a cada municipio su verdadera representatividad, bajo el argumento de que es absurdo que Victoria tenga 189 delegados y Reynosa menos de 60, cuando la capital electoralmente significa menos del 10 por ciento del padrón y Reynosa rebasa el 25 por ciento.
¿Le concederán a Oscar estas dos peticiones, prácticamente reclamos?
En lo personal, lo veo difícil, porque significaría iniciar una especie de transfusión del poder que la nueva “nomenklatura” espera explotar, en especial en lo que se refiere al papel de fiel de la balanza que ha sido Victoria durante muchos años para designar a sus próceres estatales.
La respuesta dependerá, como señalé en el inicio de esta colaboración, de un factor:
Cuán grande sea la suma de los miedos que padecen Guajardo y compañía…
AUSTERIDAD
El primer informe del alcalde de Victoria, Oscar Almaraz Smer, será una muestra del perfil que debe asumir el resto de los ayuntamientos en el cumplimiento de esa obligación: el de la austeridad republicana.
El evento se llevará a cabo en la explanada del Palacio Municipal, en una decisión que permitirá un ahorro sustancial al hacer a un lado montajes espectaculares que sólo sirven para el lucimiento pero no aportan beneficio alguno.
Así, esta administración confirma su objetivo de aprovechar racionalmente los recursos públicos…
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