Somos injustos, no cabe duda, y a vece externamos juicios que no son acordes a una realidad que vivimos todos los días, el IMSS es una clara muestra de ello, a pesar de que ha estado en las noticias más importantes del país, donde se ha hablado de su baja calidad, de falta de medicamentos y más.
Cada mañana hay decenas -cientos- de personas que van a realizarse análisis, que van a consultas, y todos queremos una atención inmediata: imposible, simplemente, imposible, por estructura física, por estructura humana y porque no hay una forma de atendernos a todos con la satisfacción necesaria.
Son muchos los factores, aunados a las que conocimos y que no son nuevos relacionados con la corrupción, los que tienen atorado a un sistema de salud en el que hay que hacer frente a la demanda real, y poder satisfacer a todos.
Es cierto que al Inst9tuto Mexicano del Seguro Social le hace falta calidad, pero no podemos pensar que solamente es eso lo que propicia la atención que tenemos: cientos llegan a urgencias. Si viera el lector la forma en que son hacinados en los pasillos: sentados en las bancas, en sillas de ruedas, recostados en camillas y, los más afortunados, una cama: no es fácil estar en cama porque simplemente no hay suficientes: somos demasiados los que requerimos atención cuando resulta difícil meterlos a todos en un hospital: tendría que ser un nosocomio de tamaño gigantesco y con una plantilla superior.
Cuando don Alejandro trabajaba en el IMSS le pedían ver de 24 a 30 pacientes en un turno. Hay que imaginar la forma rápida en que lo tenía qué hcer, para no ser sujeto a las críticas y quejas de quienes llegan tarde y exigen atención inmediata.
Claro: todos queremos atención inmediata, y además, la merecemos. Entontes, ¿Qué sucede? ¿Qué debe hacerse?
Es el IMSS un monstruo gigantesco en el que la corrupción ha nadado por años, al igual que en todos los institutos, dependencias y más, incluyendo esos partidos políticos nuevos con nuevos ricos y con delincuentes convertidos en senadores o diputados. Nada ha cambiado y se hace un gran esfuerzo por limpiarlo.
Pensamos que deben manejarse medicamentos genéricos par que alcance más el dinero, pero como pacientes somos muy escrupulosos y no queremos que nos den las cajitas blancas, sino aquellas a todo lujo. No entendemos que somos muchos millones de mexicanos requirentes del IMSS y vamos por cualquier gripita a ocupar un espacio en las salas de consulta.
Mientras la clase en el poder siga pensando que son únicos, no habrá mejoras.
Y los demás, tenemos que pensar en eficientar al IMSS como pacientes, como usuarios, y exigir un servicio decoroso.
Deben echar a la calle a ese personal nefasto que trata con la punta del pie a los usuarios, principalmente a los más humildes, y cambiar la mentalidad de quien es un servidor público.
Entender que quien llega a las instalaciones no va a una fiesta de graduación, sino a buscar alivio cura. Que requiere atención y comprensión, ante todo.
Demos el valor que tiene el IMSS y ayudemos a que nos traten mejor.
Hay muchas cosas que deben cambiar, pero si no hay voluntad de todas partes, seguiremos con el servicio chicharronero que tenemos. Es hora de ajustar en la sald para todos, y exigir un buen trato que, también, es justo que entreguemos.
El IMSS es una oportunidad de cubrir la atención de millones de mexicanos, no lo echemos a perder y dejemos de hablar mal de este servicio: propongamos mejoras, eficientemos y sobre todo, humanicemos el trato hacia los pacientes que, en su gran mayoría, sin nuestros viejitos queridos y adorados que acuden, sin dinero, sin esperanza y sin salud, en aras de encontrar la cura un poco a sus males, que son muchos, y que hay que enfrentar.
Dejemos de echar tierra y seamos propositivos, por favor.
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