Hemos escuchado y leído en innumerables ocasiones, que el hubiera o hubiese no existe. Todos sabemos que es cierto.
Sin embargo, soy un soñador que gusta alegremente de dar rienda suelta a la imaginación y ese pretérito pluscuamperfecto del verbo haber –qué presuntuoso resulta el nombrecito de ese tiempo de conjugación– es una manera a veces divertida y a a veces triste, de construir algo que pudo haber sido o mejor dicho, algo que quisiéramos que sucediera.
Pongo sobre la mesa esta retahíla de terminajos gramaticales, para en uso de ese intangible hubiera, hacer un ejercicio sobre las diferencias que existirían si en la dirigencia nacional del partido Movimiento de Regeneración Nacional –o MORENA como la inmensa mayoría lo conoce– estuviera Porfirio Muñoz Ledo en lugar de Mario Delgado.
Resulta imposible frenar las especulaciones, válidas o no. Por unos momentos dejemos que vuele esa imaginación, démonos licencia de un escarceo mental y coloquemos a Porfirio como presidente del Comité Ejecutivo Nacional de MORENA.
¿Ya lo hizo?… juguemos ahora a encontrar las diferencias. Empecemos:
MORENA sería en estos momentos con Muñoz Ledo un partido regido por la inteligencia, el sentido común y el oficio político. En cambio, Con Delgado es un ente en donde los errores se acercan a los terrenos del cretinismo.
Sería también un organismo con autonomía, con decisiones propias y pensadas por el bien de ese partido, en lugar del títere que sin voluntad propia baila de acuerdo al ánimo ajeno.
Estuvieran los morenistas con Porfirio, ante un partido que mediría con justicia los valores de sus miiitantes y no ante un mercado negro que a veces bajo la mesa y a veces con descaro, entrega o adjudica posiciones al mejor postor o de acuerdo a compromisos inconfesables y al pago de facturas políticas –y económicas también– con granujas e inmorales.
Estarían los simpatizantes auténticos de MORENA, no esa turba vociferante que sólo sabe insultar y no tiene idea sobre cómo argumentar, frente a un partido que estaría cumpliendo los objetivos sociales que lo vieron nacer. No sólo en el país, sino en cada Estado y en cada municipio.
Todo eso sería la etiquete de Porfirio. Desde luego, al amparo del casi mágico hubiera.
Pues bien, ahora, le invito a pasar de esas imaginarias circunstancias a la realidad, o como asienta la voz popular, a lo que hay.
Se vale llorar.
Si nos basamos en las denuncias de sus correligionarios políticos, en Tamaulipas Mario Delgado ha convertido a MORENA casi de la noche a la mañana en un partido de favoritismos, con evidentes violaciones a sus estatutos y una cauda de arreglos bajo la mesa que saltan a la vista –desde luego también hay personajes de trayectorias irreprochables–en nombres y apellidos vergonzantes en muchas candidaturas que desde hoy han dado las primeras paladas de anunciadas derrotas en las urnas.
Las acusaciones se acumulan en una lluvia de señalamientos que empiezan a socavar la confianza en esas siglas. Ciudad Victoria y Reynosa son las muestras inequívocas de esas desaseadas circunstancias.
A lo anterior se suman las intentonas de sofocar la autonomía regional para aplastar a los directivos estatales e imponer candidaturas desde la silla del líder partidista. Acabamos de atestiguar el “albazo” que Delgado perpetró en Tamaulipas al registrar planillas al margen del Comité Directivo estatal y prender la llama de la rebelión.
Así, ese “hubiera” imaginario pasa de ser sólo una figura gramatical a una especie de homenaje a Muñoz Ledo:
¡Qué buen líder hubiera sido Porfirio!…
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