Entró como siempre, sonriendo , haciendo alarde de una salud envidiable, aunque yo supiera que minutos más tarde se iría despojando de ese disfraz para dejar entrever que la vida es maravillosa, pero exigente con quienes se empeñan en tratar de hacer valer sus derechos, exigente con los que aún tienen conciencia de que se merecen un trato digno y luchan por no ser humillados o despojados de autoestima; yo, como siempre,  esperaba mi turno para intercambiar con él mis puntos de vista sobre el tema que abordaba, pero era tanta su desesperación por hacer sentir sus preocupaciones, que opté por quedarme callado; cuando por fin cesó lo que había iniciado como un día soleado y terminó en una tormenta, la sonrisa envidiable que reflejaba una hipotética salud, se convirtió en una mueca discreta de amargura.

Salí como siempre de aquel encuentro, analizando el porqué de aquellos eventos que cada vez son más frecuentes en tantas personas que parecen desencantadas con lo que les ha tocado vivir, y que desesperadamente tratan de ser escuchadas, para encontrar un leve alivio al menor indicio de misericordia, de parte de los que se nos ha considerado buenos escuchas de las secuelas de inconformidad existencial. Escuchar resulta ser bueno para los que se sienten desamparados, así como buena es el agua para el sediento que ha caminado por el desierto de sus penas y frustraciones.

Llegué al hogar como siempre, un tanto pensativo, un tanto ausente, deseando que aquella dolorosa tormenta no me hubiese mojado lo suficiente como para sentirme contagiado por el virus de la tristeza; me dirigí al espejo de la recámara, exploré mi rostro, esbocé una sonrisa, y la verdad me dio temor de que al ser ésta fingida, pudiese dar paso a la siguiente expresión, aquella que parece ser tan frecuente en muchas personas, que más que contar los años vividos, esperan contar los años que quedan por vivir, pero que esperan encontrar la fórmula para cambiar, para entender a conciencia el legado del Evangelio de Jesucristo, viéndolo a él como el Hijo del hombre.

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