En ese ir y venir del viento que antecede al paso de tu grácil figura,

despidiendo ibas el aroma natural de tu ser, que imploraba a mi espíritu dormido,

despertar ansioso, para mirar con gozo el centro que alimentó tu cuerpo, poseído

por un deseo maravilloso, pero para mí eternamente prohibido,

por ser yo custodio de tu alma que palidecía colgada frágilmente,

como un fruto del árbol de la sabiduría, sembrado en el jardín de la divina paz y la armonía.

Una y mil veces cerré mis ojos, una y mil veces dejé de respirar,

para no caer en la tentación de los antojos, que viven los hombres por igual,

por eso, busqué refugio en el poder de lo más alto y de alcance universal,

que ordenó el motivo de mi misión como fiel guardián,

y notando el gran Señor en mi esencia, fisuras de franca debilidad,

me conminó a redoblar esfuerzos para no verme involucrado en hacer el mal.

Triste por sentir que me faltaba voluntad y vocación, pedí perdón,

y bajé de nuevo a la tierra para continuar con la misión,

más ahora, mi presencia no era tan evidente, pues me transformé

en un noble y humilde animal, era pues, un albo caballo que vagaba por el lugar,

donde se encontraba el alma que debía cuidar, más, mi nueva apariencia,

fue por demás evidente, pues no pude deshacerme de las almas que me delataron

como un ángel que está cumpliendo su misión en el presente.

Corté por ello mis alas para perderme entre la gente,

para seguir estando presente en la vida de quien a su alma debería cuidar,

esta vez no podía fallar, caminé por un tiempo con mucha discreción,

hasta estar tan cerca del alma disidente, buscando una nueva oportunidad

para hacerle llegar el mensaje celestial de salvar su alma para que todo fuera diferente.

Soy el ángel guardián de tu vida, seré tu guía para que la eternidad puedas alcanzar,

es ésta una nueva y valiosa oportunidad, dotarte voy con la apreciada sabiduría,

para que puedas entender, que todo y todos por amor debemos de cambiar,

ahora te podré ver de frente, pues deberé ganar de nuevo mis alas para regresar,

espero no ser para ti un estorbo para no asentar un feo referente que a mí me pueda condenar.

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