Independientemente del resultado que hemos obtenido de parte de las autoridades que deben satisfacer los servicios básicos de una comunidad, tenemos que entender que, en Victoria, otrora Limpia y amable, hay un grave, muy grave problema que sigue creciendo día con día, y dentro de unos años será incalculablemente gigante: la falta de agua.
Podemos remontarnos a los tiempos en que se instalaban los pozos de la zona norte, o antes, cuando La Peñita era el único bastión de abastecimiento, y pasar por la magnífica obra de Américo Villarreal Guerra y el acueducto de la Presa “Vicente Guerrero”, para dotarnos del vital líquido que durante años padecimos, y que fue aliviada la sed de la capital tamaulipeca gracias a esa magnífica intervención, no sin escuchar la sentencia de que, en 30 años, necesitaríamos otra línea del acueducto.
Lo anterior, ya sucedió, y oídos sordos propiciaron que no tengamos el suficiente líquido, aunado a problemas de autoridad y tráfico de influencias, amén del desequilibrio ecológico que nos ha dejado como resultante una serie de tiempos de sequía infames, calor insoportable, y un crecimiento demográfico también insostenible.
Todo se confabula para que no haya agua y dentro de unos años -tenemos que reconocerlo- tengamos problemas mayúsculos a grado tal que la gente pelee por el vital líquido.
Como ejemplo, le diré que es como si nos ofertaran hermosas residencias en el desierto: habría que adaptarse y ver la forma de sobrevivir en zonas dnde, en el mundo entero, la gente lo hace con adaptaciones mayúsculas o ingeniosas, pero lo hace. Así nos tocará.
Las zonas marginales de la capital, por su elevación topográfica no tendrán agua nunca porque no hay gravedad, no sube y meter bombas para que hasta la sierra llegue el agua es prácticamente imposible, y ellos lo saben, como lo supieron en su tiempo, líderes banales y sinvergüenzas y autoridades cómplices de la venta de terrenos no aptos.
¿Cuál es el futuro real para Victoria? Dejar de gastar en nimiedades y hacer alcancía para un tinaco, cisterna o algo similar, porque no hay de otra.
La presión del líquido no alcanza a cubrir, y aunque la presión social ha logrado -al fin- que Comapa haga un poco de lo mucho que debería, no hay la presión suficiente, porque sabemos de la ineficiencia del organismo y de que tienen fugas que no reparan y un desperdicio de casi la mitad del líquido, pero cada vez somos más los habitantes y por consiguiente, más las necesidades de abastecimiento. Si no hay agua, ¿de donde la vamos a sacar?
Aprender a utilizar el líquido es la primordial tarea: no desperdiciar y eficientar cualquier taza con agua, y por otra parte, aprender a almacenar.
Y entonces, veremos si es que hay nuevos fraccionamientos, que todos al menos tendrán tinco o cisterna, y los que no fuimos previsores batallaremos en deshoras para conseguir algunos tambos de agua.
Se llegó el momento, la hora, en que necesitamos considerar la compra de un tinaco y hacer que sea funcional, pero por favor, a la par, por el hecho de tener 300, 500 o mil litros almacenados no quiera ser símbolo de más desperdicio.
Es un recurso de todos y para todos, y tenemos que parender a quererlo para cuidarlo.
No penemos en hoy, sino en el mañana: nuestros hijos no tienen por qué tener sed si conjuramos un problema que se avecina, y nadie querrá escuchar, cuando abra la llave y salga solo aire: “te lo dije”.
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