Después de algunos meses, estoy de regreso a uno de los diarios con mayor margen de independencia y apertura ante las nuevas ideas y corrientes que permean el entorno social, cultural, científico, de análisis y reflexión. Un diario que nació como expresión legítima de los ciudadanos, sin el subsidio de los gobiernos en turno. Severo con los políticos, comprensible con los que no tienen voz. Crítico y nada complaciente con los “hombres del poder”. De los cuales son contados en la capital tamaulipeca.
Una de las corrientes nueva y antigua es la relacionada con la productividad y la autonomía alimentaria, que han sido uno de las expresiones de miles de décadas. Pues la cuestión alimentaria es milenaria, quizá por ello el autor sagrado, dice en el gran libro, creced y multiplicado, puso el mundo bajo tus pies, le da poder de poner nombre a las cosas, mítico algunos, semántico para otros, una fábula o un proceso cósmico del universo.
Quizá desde entonces es preocupación de los ocupantes del universo, el asunto de las cosas del mundo y su destino. Que en la época contemporánea tiene connotaciones de carácter ambientalista, que lamentablemente también se ha convertido en una empresa y forma de vida. Tan de moda por la rentabilidad la ONG y la cuantía de los “investigadores” relacionadas con el equilibrio ecológico. Que en algunos de los casos únicamente cambian las caratulas a sus “investigaciones”, que en muchos de los casos solamente fueron útiles para obtener una maestría o un doctorado de trámite, como se estila en la actualidad.
Pero que en ninguna de estas posibilidades se da cobertura a las demandas de las sociedades contemporáneas. Así, se empecinan en crear nuevos modelos para una educación ambientalista. Cuando ni siquiera hay los recursos básicos para cubrir los salarios de los profesores que presentan los contenidos básicos de la lectura, la escritura, las ciencias y las matemáticas.
Cabría pensar en lo nocivo que resulta para la sociedad contemporánea por el costo que representa una inversión en la recuperación del equilibrio ambiental. Sobre todo porque es válida la reflexión de quienes consideran, que no son los efectos de un cambio climático, sino una nueva era que enfrenta el universo, similar a la era de hielo entre otras.
Desde esta perspectiva resulta enfadosos asumir los acuerdos de Kioto, quizá por ello los vecinos Yankes han optado desde hace tiempo por quedar fuera de las responsabilidades y compromisos de los organismos internacionales que se aplican en ese sentido. Que se ciñen a los acuerdos de París, entre otros.
Ahora resulta, que en una de las emisiones de Netflix se difunden contenidos documentales, en los que se argumenta que la actividad ganadera, tiene un impacto ecológico, al grado de considerar que resulta más agresiva para incrementar los efectos del gas invernadero, comparado con las emisiones de la industria satanizada, por la derecha, las izquierdas, las terceras vías y lo que se parezca.
Lo que a la postre habría que valorar, pues si bien los productos orgánicos cada vez toman mayor vigencia, por lo mismo bajo algunas salvedades, habría que considerar que podría ser parte de la contraparte que busca alentar productos elaborados en base a la bioquímica y otros derivados.
Lo cierto es que el sector primario además de estar politizado y bajo la influencia de falsos profetismos de un ambientalismo rancio, son también presa de la disputa partidista, que este año echó a andar los molinos de viento para revertir y fortalecer a destiempo la preferencia obtenida en el pasado reciente.
Por cierto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, resolvió la controversia añeja que promovieron los agricultores del norte de Tamaulipas que ubica en la franja fronteriza, por la falta de agua para el riego de sus cultivos, de los distritos 025 y 026 del bajo Río San Juan. Ésta sí que no es una política barata. Del rezago y del trinquete.
En otro orden, la política electorera obligada por la férrea competencia para ganar el Congreso tamaulipeco, ha dejado sin trabajadoras domésticas y jardineros a una buena cantidad de ciudadanos tamaulipecos, porque para éstos es más atractivo y rentable, hacer proselitismo, pues al parecer consideran que es más digno enganchar incautos para la causa electorera, que incrementar la productividad.
Pareciera que le quedó grande el cargo a Don Glafiro Salinas en el Congreso de la entidad, pues aunque tiene sometidas a las fracciones que pudieran representar una férrea oposición, ha venido de menos a más. Antes subían y bajaban de la tribuna priistas como Rafael González, Anto Tovar o Copitzi Yeseñia, pero hasta la representante de MORENA dejó de brillar. Lo que de ninguna manera hace más capaz al neolaredense.
El eterno retorno
Después de algunos meses, estoy de regreso a uno de los diarios con mayor margen de independencia y apertura ante…