En politica suele presentarse un fenomeno. Le denominan El Efecto.

Pueden estas corrientes hacer crecer o fortalecer a una figura, a un partido o a un gobierno. Pero, ojo, también lo pueden descarrilar.

En Tamaulipas se han dado muchos casos de esa naturaleza y uno cercano, entre los que más dejaron huella, se llamó el Efecto Geño.

Fue en su momento una marea avasalladora que vencía cualquier obstáculo y seducía a propios y extraños. Fue también un motor de 500 caballos de fuerza para una multitud de personajes que cobijados en esa influencia, controlaron en el Estado alcaldías, delegaciones federales, dirigencias sindicales, diputaciones y más, mucho más.

Ese efecto no ha muerto, pervive. Pero en forma contraria a como surgió, hoy podría tal vez no hacer pedazos pero sí cimbrar, a un proyecto.

La cercanía –hoy más sólida– de una posible liberación a corto plazo de todos los cargos penales que se le han imputado por el actual gobierno estatal, podría hacer de la figura del ex gobernador del Estado Eugenio Hernández Flores, una potencial Némesis para la actual administración y de su intento de permanecer en el poder en las elecciones de este año. Sería otro Efecto Geño, pero en sentido opuesto al que conocimos.

Expongo si me permite mi percepción personal sobre el tema.

Resulta muy significativo, todos lo aprecian así, que la posible libertad de Eugenio se vea más probable en la antesala del proceso electoral en que estará en juego la sucesión en el Palacio de Gobierno. En política no hay casualidades.

Al margen de a quién o a quiénes debería el ex mandatario agradecer su potencial libertad, no porque les debería un favor, sino por respetar el Estado de Derecho, queda claro que con esa acción se dejaría en la percepción social el escenario de un abuso jurídico, no producto de cotilleos de café o pasillos de oficinas, sino –si se da– confirmado por la justicia federal.

Demos espacio al imaginario y ahora sí, a la especulación.

El impacto sería directo en la imagen del Gobernador. Y en segunda instancia, en la del todavía precandidato de la alianza tripartidista, César Verástegui.

En este escenario, parece imposible para Francisco García Cabeza de Vaca eludir el golpe si se concreta la salida a la calle de Hernández Flores. La etiqueta de una aparente venganza que dejó atrás al plano político y se adentró en lo personal, sería un escollo muy difícil de salvar.

¿Sucedería lo mismo con Verástegui?

Podría ser. Y podría no ser.

La aparente paradoja de aceptar las dos posibilidades tiene piso. Una u otra opción es posible y dependería de la postura que tome quien la mayoría conoce como “El Truco”, quien a querer o no, formó parte del gabinete gubernamental y de alguna manera conoció el proceso contra Eugenio.

Necesariamente, en mi opinión, Verástegui tendría, como se dice en el argot político, pintar una raya. Una raya que trasluzca su apego a la ley y a quienes imparten justicia, que no siempre caminan por la misma vía.

No debe existir rubor en reconocer que “El Truco” ha hecho un papel brillante como precandidato carismático, Ha avanzado notoriamente en obtener adeptos más allá de lo que muchos pronosticaban y valdría la pena si fuera necesario, acrecentarlos, dejando claro que la justicia es un principio de su proyecto.

Sería éste un escenario incómodo pero inevitable, que César debe y tiene que valorar como probable. Parodiando una frase sobre París y el reino francés, atribuida a Enrique de Borbón, Tamaulipas bien vale un golpe de timón.

Y para terminar, debo recordar a mis tres lectores que todo lo escrito en estas líneas es total y rampante especulación. Tal vez sea liberado Geño –lo que aplaudiría a cuatro manos si las tuviera– y tal vez siga, ojalá no, en prisión y no pase todo esto de un ejercicio de calenturienta imaginación. No depende esto lamentablemente de la justicia, sino de la política.

Falta poco para saberlo…

LA FRASE DEL DÍA

“Quien aspire a la justicia debe saber que la única justicia de verdad efectiva es la que no representa una venganza…”

William Ospina

 

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