Y a veces cae una gota de lluvia y a veces un rayo de sol la seca, y todo pareciera muy normal, porque la naturaleza suele ser así, como igual ha de ser la naturaleza humana, que pareciendo muy congruente, resulta que de la nada se vuelve incomprensible, errática, distorsionada; pero después de la tempestad se espera la calma, y resulta que no llega la tranquilidad esperada, porque es una calma temporal, y por eso el hombre se ha acostumbrado a una dinámica de caídas y levantadas, para seguir caminando por un camino que no le da nada de seguridad, y en la incertidumbre en que se vive, muchos prefieren vivir en la irrealidad, porque con ello pueden olvidarse, aunque sea por un momento, de la dolorosa sensación de impotencia ante los fenómenos que no puede controlar.

Hoy la vida se ha estacionado en un lugar equivocado, donde no se puede esperar ir adelante o atrás, sólo se puede permitir observar y tener cuidado, esperando que llegue el momento de poder marchar, esperando poder llegar a donde se estaba acostumbrado, para poder sentirse de nuevo dentro de una realidad, que aunque defectuosa, no había sido del todo desastrosa, porque se podía respirar, se podía caminar, se podía disfrutar de la compañía de los demás, con toda libertad.

Hoy se pueden decir muchas cosas que antes no nos interesaba decir, porque estábamos acostumbrados a las rutinas, y ahí, las cosas importantes perdían valor, los días más esperados eran los viernes, y más, si eran días de pago, días de ilusiones, de fantasías, de desenfreno, pero también de deshago de tantas frustraciones, y todo transcurría en lo que considerábamos normal, pocos se enteraban de los que partían de este mundo, ya sea por edad o por enfermedad, y ahora, todos los días nos enteramos de lo inesperado, de lo que jamás imaginamos, y que incluso, sin habernos cruzado en la vida sabemos hasta sus nombres.

Yo, por eso, cuando abro los ojos y me doy cuenta de que me amanece, me siento tan afortunado y más cuando tomo de la mano a quien amanece conmigo, y todo nos parece un nuevo principio, y en ello ponemos todo nuestro empeño, para que en esa nueva oportunidad, dejemos de ver nuestros defectos y aprovechemos nuestra virtudes, para disfrutar lo que Dios nos ha obsequiado.

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