A veces no entendemos a la gente que se queja de todo y por todo: los ajustas que se hacen al Bando de Policía y Buen Gobierno son letra muerta por diversas razones, entre las que destaca sobremanera la que tiene que ver con nosotros los ciudadanos, que tendríamos, forzosamente, que cumplir los ordenamientos de una buena y adecuada convivencia social.

Pero nos ponemos locos cuando se trata de ajustes reglamentarios, como por ejemplo, cuando el abogado que cobra como director de Tránsito anuncia infracciones -que nunca aplican- por manejar con el celular en mano, por vidrios polarizados o por exceso de velocidad, y no se diga por manejar en estado de ebriedad, lo que constituye el mayor de los peligros para la vida del irresponsable y su entorno, es decir, todos nosotros si es que os cruzamos en su camino.

La gente se enoja porque se aplica la ley contra carros de contrabando que pululan irresponsablemente ante el beneplácito de la autoridad que no hace más por retirarlos de vía pública. Sabemos que constituyen un peligro por su estado mecánico, un riesgo a la salud propia y del planeta por sus condiciones mecánicas, y un fraude a la Hacienda pública, porque no pagan un centavo de impuestos: lo único que pagan es el “moche2 a esas centrales piratas que dirigen vivales que se hacen ricos con la ignorancia de los que creen que alguna vez les regularizarán sus carros.

Ni con AMLO se dará una medida como la presente, que además, daña la producción automotriz nacional, afectando millones de fuentes de empleo y a quienes invierten en el país, aún creyendo que nos irá bien.
Se enoja también porque manejan ebrios y los detienen; no faltan los chismosos, malos ciudadanos y cómplices de delitos que publican en Facebook donde hay operativos, argumentando ilógicamente que lo hacen porque éstos los hacen con luces apagadas, y de esa manera justificando el delito tan grave que puede -y ha sucedido- ocasionar muertes.

La gente manifiesta su coraje cuando se pasan un alto y los detienen, argumentando que los tránsitos con “perros hambrientos” y otros calificativos, sin pensar que hay una ley que observar y que no la cumplieron: así de claro.

La gente piensa que tiene todo el derecho de exigir a la autoridad cuando no paga sus tenencias que, ilegales, inmorales o no, no dejan de ser impuestos obligatorios para casi todos. Se manifiesta en contra de que le multen por llegar a la escuela de los hijos y pararse en doble o triple fila, argumentando, claro está, que es solo un momento y que su hijo va a salir, pensando como si el muchachito fuera el único individuo en el mundo, olvidándose que solamente en Victoria hay más de 50 mil chicos que van a la escuela y todos tienen los mismos derechos… y obligaciones, y sus padres deben ser respetuosos con la ley en todo sentido y momento.

No pueden soportar que un pesero abusivo -aunque parezca pelonasmo- se pase un alto o nos cierre el paso, pero cuando hay una fila, hacemos lo posible por violar el orden y meternos hasta adelante, pensando que “somos solo uno”.
Esa es la realidad.

¿Y así exigimos respeto de la ley?

¡Por Dios! No tenemos una idea clara de lo que es el respeto a los demás y a nosotros mismos, un “nomás bajo por una coca” o un “No me tardo nada” y esas arbitrariedades que hacemos al manejar.

Tenemos el cinismo de criticar a AMLO y a Anaya, a Almaraz y a Cabeza de Vaca, cuando no somos capaces de observar la ley. Como que no es congruente el pensamiento.

El día que usted y los suyos respeten todos los ordenamientos de vialidad, circulación, tránsito, convivencia pacífica, seguridad y más, ese día podrá exigir al gobernador que eficiente su trabajo, al alcalde que nos gestione obras y agua potable, o a los diputados que hagan valer su función de representantes populares.

Mientras tanto, preocúpese por conocer la ley y observarla, que es el paso número uno de una convivencia ciudadana acorde a una civilización moderna y respetuosa. Si no respeta a los demás con sus estacionamientos dobles y excesos de velocidad y manejando ebrio, ¿qué carambas reclama?

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