La actualización del Atlas de Riesgo en Tamaulipas llegó por fin, luego de más de 15 años de retraso. A lo largo de ese tiempo, la geografía del riesgo cambió: crecieron las ciudades, aumentaron las zonas vulnerables, el clima se volvió más extremo y los recursos para prevención siguieron operando con mapas y diagnósticos obsoletos.

No es una exageración. Hasta 2023, el estado no contaba con un Atlas actualizado, lo que significa que decisiones clave en Protección Civil como dónde construir, cómo evacuar, qué zonas reforzar, y qué tan expuesta está la población se tomaban con información incompleta.

Afortunadamente, este panorama comienza a cambiar. Esta semana se confirmó que ya fue entregada al CENAPRED la primera fase del nuevo Atlas correspondiente a la zona norte del estado. El proceso lo encabeza la Coordinación Estatal de Protección Civil con asesoría técnica especializada, y contempla nuevas variables que antes no se tomaban en cuenta, como el impacto social de los desastres, la pobreza, los asentamientos irregulares y los efectos más evidentes del cambio climático.

Y es que los riesgos son cada vez más notorios. Zonas como Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo tienen hoy al menos 50 % más probabilidades de sufrir inundaciones respecto a hace una década. Esto no se puede seguir ignorando.

Esta semana se llevó a cabo la reunión estatal de Protección Civil donde el gobernador  convocó a fortalecer la coordinación y prepararse ante el temporal lluvioso que se ha intensificado estos últimos días y esa capacidad debe sostenerse con información sólida y actualizada.

No se trata solo de reaccionar cuando ya hay afectaciones. Se trata de prevenir, anticiparse, minimizar el impacto. Y para eso, el Atlas de Riesgo es una herramienta vital que no puede volver a quedar en el abandono.

Que Dios los bendiga, gracias. Leo sus comentarios en mis redes sociales.