Ella dijo: No tienes idea de lo mucho que necesito que me digas lo que sientes por mí: El respondió: Lo que se ve no se pregunta. Pero en la pregunta y en la respuesta sólo había un gran espacio de tiempo que permaneció vacío por considerar innecesario el estar reafirmando los sentimientos que los han mantenido unidos por tantos años.
Se puede tener pena, se puede haber conservado la timidez del primer encuentro, o simplemente todo se volvió rutina. Pero, aún si existiera cualquiera de estos motivos que denotan inmadurez, nada justifica el hecho de no estar renovando los votos que hicieron posible el tomar una decisión tan importante como el matrimonio.
Hombre y mujer, tenemos una necesidad perenne de alimentar nuestra alma con la esencia divina que emana del amor mutuo, necesitamos escuchar que se nos ama, necesitamos sentir que somos amados, no importa la edad, no importa la suficiencia de conocimiento, en el transcurso de nuestro desarrollo físico, mental y espiritual necesitamos sentirnos unidos a una fuente de amor, llámese padre, madre, conyugue, abuelos, hermanos, hijos, nietos, amigos, porque todos ellos son una extensión de la fuente primaria de amor que nos creó; de ahí que, cuando empieza a sentirse el vacío del amor, cuando los padres se marchan, el cónyuge se va, los hijos siguen su camino, y los nietos crecen, las redes de amistad empiezan a tener un valor incalculable desde el punto de vista emocional.
Ama siempre con la misma intensidad, porque el amor es vida, ama y nunca dejes de mencionárselo a tus seres queridos, y si algún día alguien te dice: No tienes idea lo mucho que necesito que me digas lo que sientes por mí; no le contestes con la obviedad, porque eso nunca será suficiente para hacer sentir al alma, que hoy y siempre será muy amada.

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