Ayer me dieron un abrazo con sabor a recuerdo, sin duda, de muchos años atrás, del ayer, cuando la energía vital fluía con tanta intensidad, que podía iluminar hasta los más oscuros pensamientos, pero yo sabía en aquellos tiempos de derroche, que debería de ahorrar esa vitalidad para permanecer firmemente de pie para cuando llegara el frío aire del invierno.

Ayer me dieron un abrazo de amistad, de aquella que siempre existió, y que tenía aún más valor de los que se pudiera en un momento desear, y por ello, en realidad, sólo era un suspiro temporal, que lo mismo hubiese podido hacerme cambiar de rumbo, para probar ese mundo donde parece todo brillar, pero resulta ser sólo un efímero espejismo.

Ayer, el tiempo que yo decía fue mi pasado, me hizo comprender, que el tiempo, siempre es el mismo, y está estacionado en el universo para vivirlo como nosotros deseamos, y que en ocasiones nos sirve de pretexto para dar la impresión de ser más jóvenes o viejos, para sentirnos inocentes o culpables, para cobijarnos en la inexperiencia o ensalzarnos con la experiencia, exhibiendo torpeza o sabiduría.

Ayer me abrazó el poder del omnipotente, su abrazo fue tan fuerte, que puede encontrar en él, la suavidad del amor con el que lo hacía, ayer sentí que a pesar de los años y los desvaríos, cuando existe el verdadero amor, y necesites del calor de quien te ama siempre, para calmar el frío del pensamiento negativo, Él estará ahí, para iluminar tu vida.

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