Porque el dulce sabor de lo que más te gusta, se va haciendo poco a poco más amargo, de tal manera, que te sigue gustando, más no por ello, deseas seguir probándolo; que así es la vida, dicen los que se han resignado, y aceptan por ello, el hecho de que toda fruta, de ser verde y estar luciendo como diamante, colgando del tallo de la rama que le da la espesura al frondoso árbol de la vida, se va poco a poco madurando, y si no estás atento a degustarla a tiempo, de tan madura, cae por la fuerza del menor viento de la tarde, porque resulta, que ya se ha podrido de tan madura, pasa entonces en ese estado, a convertirse en manjar de pájaros hambrientos, que no han podido saciar por completo su apetito con los pocos granos que encontraron esparcidos en el suelo del amado sembradío campirano, o pasan, por otro lado, a ser el deleite del gusano, que se arrastra rápidamente buscando saciar su hambre y su sed, horadando la superficie del fruto caído, por otros despreciado en su momento; y qué decir de las flores que iluminan con su hermosura la vista de los poetas soñadores, cuya inspiración se despierta por ser embrujados por el perfume que emanan, y pone en evidencia su inspiración, a través de sus bellas letras, de versos bien rimados y encendidos, dándole la razón al corazón, cuando se asegura que es este el motivo del por qué se debe vivir en la vida por siempre enamorados, pero igual, el tiempo sin así desearlo, cumpliendo su trabajo, debilita su textura y despinta de sus pétalos el color que estimula la ilusión del letrado a trascender, haciendo eterno el placer de grabar en la memoria, la hermosura de la flor y la historia de amor que escribió por la locura, al ver marchitarse toda entera su estructura.
Porque el dulce sabor amargo que nos dejan en el alma las experiencias inconclusas, se ve reflejado en el lenguaje corporal de quien las goza o quien las sufre, alegría sí, cuando no parece haber tormenta que las pare; tristeza, al saber que por más que se desee no sufrir, de tanto llover se desborda y descontrolan las emociones, esto, cuando el aparente amor se convierte en odio y en rencor, cuando se sustenta en el falso orgullo de sentirse dueño de la verdad absoluta que se ignora.
Piense pues lo que quiera, que el optimista nunca pierda la esperanza y el pesimista vea y encuentre la luz que su tristeza oculta a voluntad, para seguir teniendo pretexto para discutir en vano lo que, a las personas, con plena conciencia, no les quita el sueño.
Vivir en la dulce amargura, podría de pronto hacernos reconocer que, por nuestras debilidades, habremos de padecer hasta poder llegar a perder la cordura, pero también a descubrir que tenemos la fuerza suficiente, para salir de la oscuridad que nos procura, todo es cuestión de amor apoyándose en la fe.
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