Ahora que llegan en escala mínima las lluvias, es justo pensar en lo que tenemos que considerar para no tener problemas en la capital de Tamaulipas y las principales ciudades, así como también en el ámbito rural, porque, finalmente, la ausencia o presencia de lluvias juega el mismo papel en todo territorio.

Para muchos la lluvia resulta molesta: hay quien lo ha externado y habla de toda esa gente que tiene que salir a la calle a pie, exponiéndose a la falta de civismo de los automovilistas que pasan a velocidades medias a rápidas, levantando el agua y mojando a muchos, o de los que en sus hogares tienen goteras o no cuentan con forma de guarecerse de la lluvia, por la falta de infraestructura en sus casas.

Pero por otra parte, hay quien agradece a su Ser Supremo el hecho de que llueva, toda vez que significa la renovación de los mantos acuíferos de la zona, así como una “inyección de vida” a la naturaleza; cheque usted cómo cambia el tono verde de nuestra hermosísima e imponente Sierra Madre Oriental, los camellones y jardines que son por lo general alimentados con agua de pipas, y que con la lluvia toman otro tono de verde-vida, verde-esperanza, un verde especial.

Como vemos, las lluvias tienen pros y contras para la gente: hay que tomar lo bueno de ello y tomar precauciones.

Y los drenes con que cuenta la ciudad, algunos ya tienen problemas de almacenamiento de desechos, como sucede allá por Las Adelitas, donde la autoridad se acerca cuando hay tragedias o llegan las inundaciones severas.

El famoso canal que se construyó hace ya muchos años y es la diferencia entre vivir inundados en Adelitas y Fovissste, pero que ya requiere sui “mano de gato” porque igual tiene un mundo de desperdicios en su extensión, propiciando que el agua no se despeje adecuadamente y por ende, inundaciones en estos fraccionamientos populares donde vive realmente mucha gente.

Y la autoridad no se da abasto por distintas razones: hay muy poco personal que tiene realmente ganas de cumplir su trabajo, tienen directores que no manifiestan el más mínimo interés en servir, y contamos con ciudadanos que no actuamos responsablemente y seguimos tirando desperdicios por doquier, ensuciando las calles y, cuando llueve, provocando que el agua arrastre nuestra basura a esos puntos estratégicos, provocando que se tapen y el entorno se inunde.

¿Qué debemos hacer los victorenses?
Lo mismo de siempre: procurar la limpieza de nuestras calles. No nos hace daño ayudar a la autoridad a mantener limpias las calles y la ciudad en general, pero exigirle que cumpla con sus responsabilidades.

Hay una total apatía en este sentido, y ya estamos pagando las consecuencias, además de que cuando se llenan las calles de agua se daña la pobre y mala carpeta asfáltica, apareciendo por consecuencia más baches, y convirtiendo a la ciudad en lo que era antes de que la actual administración emprendiera el ambicioso y enérgico programa de repavimentación y bacheo en muchos pero muchos puntos de la ciudad, con excelentes resultados.

Es cuando hay que colaborar, para que los drenes y canales no se llenen de desperdicio -mugrero, dicen algunos- y que contemos con calles limpias, libres de tapones de canales y tuberías. Eso ayudará mucho, sin duda alguna, a que los servicios de limpia puedan hacer bien su trabajo, y la colaboración conjunta provocará que nuestras calles, si bien es cierto que seguirán encharcándose, no se inundarán ni provocarán daños mayores.

Porque, como suele suceder cuando hay acciones de servicio público en las que participa la ciudadanmia, la autoridad y todos los que vivimos en el mismo sitio:, los beneficiarios somos nosotros mismos, así que, trabajemos para nosotros y exijamos a la autoridad que despierte y siga trabajando. Que lo electoral no merme su entusiasmo ni sus servicios, porque, finalmente, están para servirnos ellos a nosotros, los ciudadanos que, teóricamente somos los que mandamos en un sistema democrático.

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