Es una decisión que se debe medir, primordialmente, en términos de supervivencia.

Me refiero a la posible alianza electoral en Tamaulipas para el 2022 –hasta ahora puesta en duda por el Partido Revolucionario Institucional– entre ese organismo, Acción Nacional y el de la Revolución Democrática.

Hasta ahora es aventurado afirmar o negar si se formalizará esa suma de fuerzas o si terminará por rodar cuesta abajo. Las posturas de dos de las dirigencias estatales involucradas, en donde la salvedad es el PRD que nunca ha negado su disposición a un acuerdo, vuelve riesgoso anticipar hacia dónde se canteará la moneda, la cual por lo que asienta el PRI, sigue en el aire.

¿Por qué se ha complicado la que parecía casi segura integración del priísmo a la coalición mencionada?

La respuesta está precisamente en sus liderazgos en la Entidad, en donde por el lado azul se han echado las campanas al vuelo en ese sentido y por el lado tricolor ni siquiera se han acercado al campanario, en un distanciamiento que en lugar de acortarse parece acentuarse. En mi opinión, en perjuicio de ambos bandos.

Vamos por partes, si me permite.

El presidente de Acción Nacional en Tamaulipas, Luis René Cantú Galván, ha asumido por decisión propia porque nadie se lo ha dado el papel de líder de la virtual alianza. Habla y actúa en la voz de pastor de un rebaño que aún no existe, lo que ya ha acarreado malestar entre sus pares.

Soberbia o convicción, cualquiera que sea la causa, la actitud de Cantú no abona a edificar un frente en donde por lo menos en el papel, todos deben sentir que son importantes.

En la parcela tricolor, aunado al firme rechazo a jugar el papel de segundón, el mando a cargo de Edgar Melhem Salinas enfrenta otro escenario que oscurece el camino a esta alianza: La indisciplina del dirigente municipal en Tampico, Roberto González Barba, quien se saltó “a la torera” a la jerarquía estatal para arrogarse una facultad ajena y dar como un hecho eseacuerdo, lo que ahora obliga a Melhem a confirmar ante propios y extraños que el timón está en sus manos, postura que respalda al parecer el jerarca nacional, Alejandro Moreno.

Como se quiera ver este panorama, el balance es hasta ahora negativo para panistas y priístas, porque muestra una disparidad de criterios que puede convertirse con facilidad en enfrentamiento, en un ejemplo de la frase popular que asienta que lo que mal empieza, mal acaba.

Por eso cobra importancia capital la afirmación expuesta en las primeras líneas de este espacio: Más allá de las soberbias, de los agandalles y de las indisciplinas, en el caso de Tamaulipas para los tres partidos resulta casi de vida o muerte, integrar un bloque capaz de frenar a la aplanadora electoral que hasta ahora ha sido MORENA.

No habrá segunda oportunidad en el 2022 en la búsqueda de la gubernatura. Solos, cada uno por su lado, se los tragará vivo el poder guinda; no hay vuelta de hoja. En contraparte, unidos y por lo tanto complementados para apuntalar fortalezas y cerrar sus flancos débiles, sin duda darán una batalla digna.

La gran lección para ambos partidos fueron los comicios locales y federales de este año. Dejaron en la cuneta la alianza que les hubiera permitido hacer un mucho mejor papel en las urnas, si se suman los votos obtenidos respectivamente y si no se aprende de esa experiencia, la conclusión sería similar a la que Luis Donaldo Colosio señaló en su momento sobre las veleidades de su competidor a la candidatura presidencial, Manuel Camacho Solís: “No tienen remedio”.

La receta para el posible éxito de esta alianza parece sencilla en la opinión de su servidor, aunque en los hechos es difícil de aplicar. Se las dejo:

Que el PAN le baje dos rayitas a su arrogancia y que el PRI le suba esas mismas dos rayitas a su capacidad de conciliación.

De nada…

LA FRASE DEL DÍA

“A veces en la vida haces elecciones y a veces esas elecciones te hacen a ti”

De la película “SI DECIDO QUEDARME”

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