Soy un hombre consciente de su edad, que por cierto, ni es poca, ni mucha, se podría decir por ello, que tengo la edad que necesito en éste momento de mi vida; apreciando de esta manera tan optimista la cuestión, podríamos pensar, que para mí, el tiempo no existe, mas, siempre es necesario estar acorde con el escenario existencial en el cuál estoy interactuando; es de reconocer, que para los que no tienen una conciencia madura y por ende abierta a las misteriosas realidades de otras dimensiones, a pesar de que te vean y traten con amor, a sus ojos podrían llamarte en ocasiones abuelo, y otras con un peso cronológico menor decirte padre, y es lo que comprobé recientemente, cuando aún nuestro espíritu se siente gozoso, por los eventos navideños, cuya fuerza continúa impulsando en los hombres y mujeres de buena voluntad, una actitud renovada, después de experimentar en proceso del renacimiento espiritual, con cada celebración del nacimiento de nuestro Salvador, de ahí que, nos esforzamos en restarle años a la vida y sumarle energía constructiva para estar acorde a las necesidades que se vayan presentando conforme vivimos el tiempo del año nuevo. Pues bien, la experiencia de los dos extremos amorosos, los viví a plenitud cuando Sebastián, mi nieto mayor, me dijo el domingo:
-Abuelo te invito al cine.
-¿Por qué quieres invitarme? -contesté- Deberías ir con uno de tus amigos, seguro te divertirás más.
_No abuelo, no lo hago con el afán de divertirme, deseo hacerte un poquito feliz y si lo logro yo también lo seré.
Reconozco que en el momento que Sebastián me hizo tan maravillosa propuesta, no me sentía bien, pues estaban por terminar las vacaciones y me encontraba un poco frustrado por no haber realizado lo planeado en ese tiempo, pero, por otro lado, me vi a mí mismo en la persona de mi nieto, ayer, en mi juventud, cuando tuve la imperiosa necesidad de hacerle sentir a mi padre que lo amaba, e igual quise regalarle un momento de mi vida y tomar parte de la de él, cuando aquella tarde, lo invité al cine y él aceptó, después de realizar su trabajo en su laboratorio particular, en la que parecía que los milagros no eran parte de mi realidad; por eso, de mil amores acepté la invitación de Sebastián y me dejé consentir por sus amorosas atenciones.
El otro extremo amoroso lo viví ayer al regresar de mi trabajo, me sentía cansado y con sueño, pues había reiniciado mis rutinas de levantarme a las 5:00 am., para estar a tiempo en mi trabajo, después de pasar por todo el proceso del arreglo personal y el consumo y preparación del desayuno, en esta ocasión fue José Manuel, mi nieto menor, el que al abrir la puerta me recibió con una amplia sonrisa , tiró un brinco y se me colgó del cuello, para continuar con una serie de tiernos besos en la mejilla y decirme que le daba mucho gusto verme y contarme cómo había desaparecido el pino navideño y el Nacimiento de la esquina de las ilusiones.
Como podrán apreciar en la narración, quién, que vive momentos tan especiales, puede sentir que el tiempo es el rector de su vida, mi tiempo, mi valioso tiempo, se rige por el amor, de ahí que no soy tan joven, ni tan viejo como piensan.

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