“Ya no está aquí, porque ha resucitado, según predijo. Venid y mirad el lugar donde estaba sepultado el Señor” (Mt. 28:6)
¿Cuántas veces hemos tenido miedo de no encontrar a Jesús? ¿Será que en ocasiones nuestra búsqueda no es impulsada por un verídico sentimiento de amor hacia Él? ¿Que esa búsqueda es un tanto titubeante, y sólo conlleva el interés de ser perdonados por los pecados, antes de ser castigados por la comisión de los mismos, y en la idea de que Él todo lo ve, bastaría sólo con que supiera que tuvimos la intensión de ir a su encuentro y amparados en su gran misericordia, regresamos al punto de partida?
Al resucitar Jesús después del sacrificio pascual, se quedó para siempre en nuestro corazón, de ahí que su viva presencia, no puede ser burlada por nuestras vanas intensiones del engaño; Él siempre estará ahí por nosotros, dispuesto a perdonarnos, porque es tan grande su amor, que se sacrificó para que fuéramos salvos; más, sabedor de nuestras debilidades, nos acompaña a todo momento, para actuar a nuestro favor y con ello, no trunquemos el firme propósito de regresarnos a Él cuando llegue nuestro momento.
Nadie que tenga fe puede decir que se encuentra en el desamparo o que tiene menos posibilidades de obtener la gracia divina; como hijos de Dios tenemos las mismas oportunidades y su amor incondicional para experimentar la verdad que nos condena o que nos salva.
Feliz Domingo de Pascua, el Señor ha resucitado y se ha quedado para siempre con nosotros, demos gracias a Dios.
Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares