“Y Jesús, al salir del barco, viendo tan gran gentío, se movió a lástima, y curó a sus enfermos” (Mt 14:14)

Me mueve tu dolor y entristece el alma mía, espero en Dios que mi fe sea tan grande, para poder aliviar tus penas; y aliviar con ella también las mías, que con afán busco encontrar a mi Señor, para que me obsequie el poder y la sabiduría para que en su bendito nombre pueda aliviar el dolor de los que sufren.

No puedo pedirte que rías cuando la tristeza te abate, no puedo pedirte que me escuches, si no sientes la alegría que con salud se comparte; si algo en verdad pudiera darte, te daría mi vida, para que con ella pudieras reanimarte.

No tengo mayor conocimiento o destreza que la fe en tu poder mi Señor, por eso te pido humildemente, hagas de mí un instrumento para aliviar el dolor, ya sea del cuerpo, de la mente o del espíritu.

No permitas ¡oh mi Dios! que el temor se apodere de nuestra voluntad para no llamarte, tú siempre escuchas al necesitado, que mediante la oración te pide que acudas a su lado.

Quédate con nosotros Jesús, que por nuestra fe te seguimos a todas partes, porque estamos seguros que tú eres el camino, la verdad y la vida.

Señor un palabra tuya bastará para sanar y sanar a nuestros enfermos, bendito seas por siempre.

Dios escuche nuestras plegarias de amor por todos los que amamos y sufren alguna forma de dolor. Dios ilumine nuestro camino para ir al encuentro del milagro que con tanta fe le pedimos.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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