“Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros disfrazados con pieles de oveja, mas por dentro son lobos voraces” (Mt 7:15)

Cuánto desencanto hay en el mundo, de pronto pareciera que todo se ha corrompido bajo la influencia de la ambición del hombre. ¿Cuántos habremos fallado durante el camino, aprendimos la lección y enmendamos nuestra conducta? y ¿cuántos no se habrán arrepentido y seguirán por el mal camino? ¿Cuántos habrá ahora, que se están aprovechando de los que esperan al Mesías en busca de la salvación, debido a esa imperiosa necesidad que tenemos de vivir en paz y en armonía? El lobo que es lobo siempre muestra su fiereza, difícilmente puede ser domesticado y cuando se piensa que es amigo del hombre, espera el mejor momento para mostrar su verdadero instinto.

¿Cuántos habrá hoy en nuestro país que claman venganza, que quieren revancha y esperan el cambio, para dejar caer la espada sobre el cuello de sus enemigos?

¿Cuántos han querido tener más de lo que tienen y no se conforman con lo que han atesorado? ¿Cuántos más quieren ejercer el poder sobre los demás para seguir alimentando su enfermizo ego?

¿Cuántas ovejas jóvenes, extraviadas, alimentadas con el pasto del odio, queriéndose desquitar, incluso, por lo que no han sufrido, que en lugar de velar por el bienestar de aquellos que dicen son los más desvalidos, sólo desean dejar salir su instinto primitivo?

¿Cuántos habrá, que incluso, están en contra de sí mismos, que se dicen engañados y víctimas, y han sido quien engaña y son victimarios? ¿Cuántos más de los que gritan y exigen justicia, han sido injustos y han abusado de los que menos tienen?

Sin duda, Dios está observando, esperando que ese libre albedrío, que tanto reclamamos para tomar nuestras decisiones, no sea condicionado por odio, más bien, nos permita analizar con entendimiento nuestras respuestas, no vaya ser que por nuestra ceguera, equivoquemos el camino.

“No todo el que me dice: ¡Oh, Señor! entrará por eso en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ese es el que entrará en el reino de los cielos. Muchos me dirán aquel día del juicio: ¡Señor, Señor!, ¿pues no hemos profetizado en tu nombre, y lanzado en tu nombre los demonios, y hecho muchos milagros en tu nombre? Mas entonces, yo les protestaré: Jamás os he conocido por míos: apartaos de mí, operarios de la maldad.” (Mt 7:21-23)

Dios nos conceda la suficiente sabiduría para no dejarnos guiar por los falsos profetas, nos auxilie para tomar decisiones correctas y buscar siempre el bienestar de nuestro prójimo bajo bases sólidas y no falsas promesas.

Dios bendiga a nuestra familia y bendiga todos nuestros Domingos Familiares.

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